miércoles, agosto 23, 2006

[Red de Catequistas] EL ABORTO NUNCA ES UN DERECHO

EL ABORTO NUNCA ES UN DERECHO

Javier Urrutigoity

El abogado de la familia que procura abortar (esto es, “matar”) a uno de sus miembros, en columna de opinión publicada en LOS ANDES, ha sostenido dos barbaridades.

La primera: En los supuestos del artículo 86 del código penal, el aborto es un “derecho”, amparado por el art. 19 de la Constitución. ¿Puede ser ajustado a derecho quitar la vida a una persona inocente de todo delito, en absoluta situación de desamparo y merecedora de la mayor protección? ¿Acaso el derecho, como producto de la civilización, puede convertir en “derecho” –que etimológicamente refiere a “la conducta justa”- el privar al humano más débil e inocente del derecho a vivir, y a que su vida sea respetada como algo sagrado? ¿Puede ser lícito matar al hijo de un violador –si es que efectivamente este delito estuviere acreditado en el caso-, y no serlo matar al padre violador, ni a cualquier otro criminal, por más alevoso que fuere su delito? Desde el derecho romano ha sido un principio básico –y lo sigue siendo en el nuestro-, “el no dañar a otro”. Esto lo recoge expresamente el artículo 19 de nuestra Constitución, en la parte que expresa “ni perjudiquen a un tercero”. Significa que una condición básica para que una acción sea lícita es que no importe daño injusto a otro (“alterum non laedere”).

Y abortar es causar el mayor y más irreparable daño a otro. Es perjudicar -y de la forma más violenta- al ser menos merecedor de tan grave violación a este derecho humano fundamental. Abortar es –materialmente-, irrumpir en el seno materno para, primero, descuartizar al ser humano no nacido. Segundo, extraerlo de a pedazos. Finalmente, arrojarlo entre los desechos patológicos del hospital. Con el agravante, en este caso, que se lo estaría haciendo a un ser humano en la semana número 12 de su desarrollo. Lo que se “despedaza”, “asesina” y “desecha”, como si fuera basura, no es una “cosa” -una “víscera” de su madre-. No es una “planta”. Ni un “animal”. No, lo que se califica de conducta lícita y se procura que se haga gratis en un hospital público de nuestra Provincia, es descuartizar y succionar, con la mayor violencia y crueldad, a una “persona”. Persona que ya ha desarrollado todas sus características de humanidad. Tiene ojos, oídos, rostro, brazos y pies, con sus cinco dedos en cada extremidad, todos sus órganos internos, etc., etc.. Sin duda que no comprenderá la criminalidad del acto, pero tratará de resistirse y lo sufrirá como todo ser animal –basta ver las imágenes de un aborto para apreciarlo-. Tan persona es quien merecerá esta muerte –“justo ejercicio de un derecho”, a juicio del doctor Vega- que así la reconoce nuestro derecho positivo. Designándole, incluso, sus representantes legales (arts. 51, 61, 63, 64, 70 y cc. del código civil). Los mismos que han violado su deber legal de cesar la representación del incapaz, en el caso que sus intereses estén en oposición a los de éste (art. 61). Los mismos que han recibido esa investidura legal para protegerlo y asegurar su formación integral, desde la concepción y hasta que alcance la mayoría de edad (art. 264).

Sin duda que abortar nunca puede constituir un acto lícito, ni el ejercicio de ningún derecho. No hace falta ser abogado para advertirlo. El estimado colega confunde despenalización de un crimen (algo intrínsecamente malo e injusto, que por ello sigue siendo un acto ilícito), con ejercicio de un derecho. Si se dieran los presupuestos de hecho contemplados por el art. 86 del código penal, tal crimen, violatorio de los más elementales principios jurídicos y morales –no tan sólo, como muchos falsamente dicen, de creencias religiosas-, seguiría siendo antijurídico. Sólo que -por razones de política criminal- se lo ha dispensado de la pena prevista para este tipo de actos, ilícitos, por resultar atentatorios contra la vida humana de un inocente.

El otro error grave es equiparar a un verdadero “Estado de Derecho” –sólo lo es aquél que reconoce y protege, por todos los medios a su alcance, los derechos humanos básicos- a otro que –en la imaginación de Vega, mas no en el derecho positivo argentino- permita y propicie la violación de tales derechos. Que consagre “derechos” o “normas jurídicas” contrarios a los derechos humanos fundamentales. Porque la primera declaración -del primero y más fundamental derecho humano- se expresó hace miles de años: “No matarás”. Norma moral, al mismo tiempo que ley básica de derecho natural, que no hace diferencia entre el nacido y el no nacido. Y esto no cambia por el hecho de que Dios la haya revelado al pueblo judío, en el desierto del Sinaí. No hay que tener una cultura “judeo-cristiana” para entender esta verdad básica. Ella puede ser descubierta con la sóla fuerza de la razón. No es tan sólo verdad natural reconocida por hebreos, cristianos y musulmanes (por mencionar las principales religiones monoteístas).

Basta remitirse a la exquisita respuesta que Sófocles puso en boca de Antígona frente a su tío Creonte -que sostenía la misma tesis que ahora defiende el doctor Vega, de la obediencia ciega a cualquier ley positiva-. CREONTE: ¿Te atreviste a desobedecer la ley? ANTÍGONA: Como que no era Zeus quien la había promulgado; ni tampoco la Justicia –que vive con los dioses del Haedes- la que impuso a los hombres leyes semejantes; no creí yo que tus decretos tuvieran fuerza para borrar e invalidar las leyes divinas, de manera que un mortal pudiese quebrantarlas. Pues no son de hoy ni de ayer, sino que siempre han estado en vigor y nadie sabe cuándo aparecieron. No iba yo a enfrentar la justicia de los dioses, por temor al castigo de ningún hombre.

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"Porque sólo cuando se vea el rostro de Cristo y oiga su voz... se convertirá Internet en un espacio auténticamente humano, puesto que si no hay lugar para Cristo, tampoco hay lugar para el hombre... Que el Señor bendiga a todos los que trabajan con este propósito" (Juan Pablo II)