lunes, septiembre 11, 2006

atentado11-09-2006

September 11, 2006 12:34
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Leernos tiene sus privilegios...

A cinco años del atentado terrorista del 11 de septiembre

A cinco años del peor atentado terrorista de la historia mundial, la herida sigue abierta. El atentado contra las Torres Gemelas no fue el primero: el 23 de febrero de 1993 hizo explosión una bomba colocada en el interior del mismo edificio de una camioneta que estaba estacionada en el garaje subterráneo. Pero años después, en 2001, en una soleada mañana , cuando nadie imaginaba que todo terminaría en forma tan oscura, murió gente de todas las razas, edades y religiones; ciudadanos de 91 países, entre ellos cuatro argentinos: Gabriela Waisman (33), Mario Santoro (28), Sergio Villanueva (33) y Pedro Greña (35).

Hubo alguien que el 11 de septiembre sintió alegría mientras la gente normal se paralizaba de espanto. Pese al dolor y desconsuelo que muchos argentinos vivieron a causa del atentado, Hebe de Bonafini, con absoluta frialdad y desconsideración, calificó el 11 de septiembre de 2001 como el día más feliz de su vida.

A cinco años del peor atentado terrorista de la historia mundial, la herida sigue abierta.

El mundo cambió pero ni la respuesta bélica norteamericana ni las feroces medidas de seguridad en EE.UU. pudieron atrapar a Bin Laden o neutralizar el pánico por un nuevo atentado. El ataque de Al Qaeda dejó un saldo de 5.000 muertes entre los que se encontraban cuatro argentinos. Desde el bombardeo a Pearl Harbour y la crisis de los misiles, jamás EE.UU. había recibido un golpe o amenaza en su propio territorio.

El atentado contra la Torres Gemelas no fue el primero: el 23 de febrero de 1993 hizo explosión una bomba colocada en el interior de una camioneta que estaba estacionada en el garaje subterráneo de los edificios. Pero años después, en 2001, en una soleada mañana primaveral, cuando nadie imaginaba que todo terminaría en forma tan oscura, murió gente de todas las razas, edades y religiones; ciudadanos de 91 países, entre ellos cuatro argentinos: Gabriela Waisman (33), Mario Santoro (28), Sergio Villanueva (33) y Pedro Greña (35).

“Recordaré a mi hija como lo hago todos los días, como esta mañana, como ayer y como todos los minutos desde que me falta”, dijo Marta Waisman, la mamá de Gabriela, una especialista en informática que ese día había ido a una feria de computación en las torres. Trabajaba en la compañía de software Sybase y luego de que el primer avión se estrelló logró hablar por teléfono con su hermana, Andrea.

Los restos de Mario Santoro, paramédico, también fueron hallados. “Todavía no lo hemos podido hacer, porque mi nuera, Leonor, aún está muy afectada”, contó Alberto Santoro, que añadió que la mejor forma de recordar a este valiente joven, que ese día se encontraba de franco, pero que igual fue uno de los primeros en llegar a la zona del desastre, sería con alegría.

Pedro Greña era analista financiero de Cantor Fitzgerald, y se encontraba en el piso 101 de la torre 1. Su cuerpo, al igual que el de Villanueva, nunca fue recuperado.

Sin saberlo, ese mismo 2001, los argentinos vivirían la peor crisis económica e institucional de su historia. Pero esa es otra historia. Lo que sí quedaron registradas fueron algunas declaraciones poco afortunadas de referentes de la política argentina.

Aunque parezca inverosímil, representantes de organismos de derechos humanos reivindicaron el atentado al World Trade Center.

Más allá de la ideología y las posiciones políticas resulta increíble que alguien pueda festejar un atentado tan atroz contra la humanidad, casi imperdonable incluso para muchas personas de fe creyentes que no podían concebir que una organización comandada por terroristas dispuestos a matar muriendo ellos mismos como suicidas.

Hubo alguien que el 11 de septiembre sintió alegría mientras la gente normal se paralizaba de espanto. Pese al dolor y desconsuelo que muchos argentinos vivieron a causa del atentado, Hebe de Bonafini, con absoluta frialdad y desconsideración, calificó el 11 de septiembre de 2001 como el día más feliz de su vida.

Los dichos de Hebe de Bonafini fueron confirmados por ella misma en un discurso pronunciado en Buenos Aires, en la "Clase especial y pública sobre la guerra imperialista", Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo el 11 de octubre de 2001: “El 11 de septiembre sentí que la sangre de tantos caídos era vengada".

Nadie en su sano juicio puede avalar la idea de venganza, porque la justicia que rige un estado de derecho es incompatible con la venganza, mucho menos aun con el uso de la violencia y la agresión a través de un atentado. La posición de Hebe de Bonafini ante el atentado del 11 de septiembre tiró por la borda en segundos más de veinte años de lucha por los derechos humanos y puso en evidencia que sólo le interesan los derechos humanos de los terroristas.
Así como la Argentina sufrió dos atentados dirigidos a la comunidad israelita, que a fectaron a ciudadanos argentinos entre los que se encuentran no sólo de origen judío, sino también italianos, españoles, entre tantos inmigrantes que decidieron vivir en la Argentina.