domingo, noviembre 26, 2006

ARGENTINA Y ESPAÑA PRESAS DE LOS ENEMIGOS DE DIOS

ARGENTINA Y ESPAÑA PRESAS DE LOS ENEMIGOS DE DIOS
(25/11/06)

Un artículo firmado por un grupo de militares españoles y familiares de estos militares reproducido por la Agencia FARO, referente a la actual situación de España, nos invita a hacer una comparación entre lo que pasa en la Madre Patria y lo que acontece en nuestro país. Argentina y España transitan hace tiempo caminos muy diferentes de los que les indican sus tradiciones, cuestión que se ha visto muy acentuada en los últimos años, más precisamente desde la vuelta de la democracia en ambos países.
A continuación reproduzco primero el comentario de FARO sobre el mencionado artículo, para trazar luego el paralelo con el presente argentino:
“Los lectores de FARO saben cuanto nos hemos ocupado de los asuntos objeto de estas Reflexiones: la alarma ante la actual situación de España, la unidad católica y el laicismo militante que se le opone, la blasfemia, la pornografía, la apología y propaganda de las perversiones, el aborto, el extravío y la inacción del episcopado y clero, la falaz memoria histórica, el separatismo y el terrorismo, la ilegítima y deletérea Constitución de 1978, la cooperación de la derecha política a todos estos males. En todo ello estamos básicamente de acuerdo con los autores de estas Reflexiones.
También nos hemos ocupado de la triste situación de las Fuerzas Armadas, reducidas a la mínima expresión por los gobiernos del PP y el PSOE. Y nos hemos ocupado de las causas profundas de estos males. En este sentido, creemos fuera de lugar la evocación nostálgica de la época del General Franco. La restauración religiosa –incompleta– de la postguerra en España, como la derrota de los enemigos de Dios y de la Patria, fueron obra de los españoles alzados en julio de 1936. Su progresivo socavamiento, en cambio, se llevó a cabo durante el régimen de Francisco Franco. Durante el mismo, en nuestro territorio se asentaron las sectas como nunca antes, con la protección del Estado; se estimuló un cambio social desastroso para la vida tradicional de nuestro pueblo; se desarrolló el nacionalismo vasco, impune y subvencionadamente; se abandonaron vergonzosamente las posesiones africanas; se dejó como sucesor a Juan Carlos, el actual jefe de Estado, responsable máximo de la situación que vivimos.
Al margen de estas discrepancias con algunas de las Reflexiones, creemos expresar el sentir de los carlistas –vemos incluso los nombres de algunos entre los firmantes– si decimos que comparten con los autores de las Reflexiones la voluntad de que no admitiremos un final deshonroso para nuestra Patria”.
Sin duda que todo lo dicho más arriba es un calco exacto de lo que pasa en nuestra Argentina. Así, podemos mencionar las persecuciones a pastores de la Iglesia celosos de la doctrina enseñada por Jesucristo, como en el caso de Monseñor Baseotto; el ateismo militante del que hacen gala miembros de la Corte Suprema como Carmen Argibay y Elena Highton de Nolasco; la apología de las perversiones, que ahora se quiere instalar hasta en las escuelas primarias, con la pretensión de reemplazar la noción de sexo por la perspectiva de género; la pretendida despenalización del crimen del aborto, propiciada por altos funcionarios del gobierno nacional, como el Ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, y la titular del INADI, María José Lubertino; el silencio cómplice de gran parte de la jerarquía de la Iglesia, con el Cardenal Primado Jorge Bergoglio a la cabeza, que no sólo se calla la boca cuando debería aplicar condenas severas, sino que cuando un prelado habla claro, lo deja sólo o lo intima a bajar los decibeles.
En cuanto a lo sucedido en nuestro pasado reciente, no cabe otra cosa que la descarada tergiversación de los hechos de que somos testigos, si los subversivos y zurdos de entonces hoy están instalados en los más altos cargos del Estado. Si, los mismos que ayer decían luchar por un régimen social y económico más justo, y hoy no son otra cosa que serviles lacayos de los usureros internacionales que nos esquilman por medio de la deuda externa.
La situación de las Fuerzas Armadas Argentinas guarda relación directa con la que viven las de España. Fueron progresivamente desmanteladas por los sucesivos gobiernos democráticos, con la complicidad de jefes traidores como los Caridi, Balza, Brinzoni y Bendini. Algunos llevaron a cabo su tarea destructiva abiertamente, como Alfonsín y actualmente Kirchner; otros en forma más solapada, como Menem y De la Rúa.
Hoy podemos estar de acuerdo con los que reivindican la guerra librada contra el marxismo que asoló a la Patria en los ’70, aunque caben también las reservas del caso. Así como la Agencia FARO marca sus disidencias para con los que añoran el franquismo, lo mismo debemos hacer acá para con los nostálgicos del Proceso, que son los que encabezan mayormente las reivindicaciones a las Fuerzas Armadas y los reclamos por la situación actual. Recordemos, por ejemplo, que fue durante el mencionado Proceso que comenzó el endeudamiento del país a gran escala, luego multiplicado varias veces en los años de democracia. Fueron estos sectores militares liberales los que durante el gobierno de Menem se callaron la boca, conformándose con los indultos a los ex comandantes y los dólares que reportaban las salidas a las misiones de paz ordenadas por la ONU, mientras camaradas suyos que daban la voz de alerta sobre el proceso de desintegración en marcha eran desoídos primero y reprimidos después. Ahora que se desató toda esta ola persecutoria y les aprieta el zapato, se acuerdan de patalear; pero siguen sin ir al fondo del problema, que no es otro que esta democracia de partidos impuesta por el Poder del Dinero, que utiliza por igual a liberales y marxistas.
Aunque es difícil esperar que ataquen las causas y no los efectos, cuando tienen al frente de ellos a personajes como los Neustadt, los Grondona y demás ecumenistas y democratistas de variada especie. Individuos estos que buscan un mero cambio de figuritas; un cambio, en definitiva, para que en el fondo nada cambie.

Prof. Lorenzo Guidobono