miércoles, enero 10, 2007

MENTIR Y ATEMORIZAR



Buenos Aires

09 de Enero del año 2007 - 764




MENTIR Y ATEMORIZAR: RECETA DEL GOBIERNO PARA CONDENAR AL PADRE VON WERNICH



Terminó siendo una payasada pero la intención era poner en escena un drama de terror. Me refiero al caso Gerez. Evidentemente eligieron mal al artista, porque el individuo en cuestión es un hombre primitivo, incapaz de recordar un libreto un poco largo. Su ambición y su vanidad primarias le llevaron a aceptar el rol de víctima que se le ofrecía porque pensaba que eso lo haría subir un escalón (o varios) en el submundo de la política en el cual vive desde que zafó -nadie sabe cómo-, de una fea acusación de haber "violado y matado a un chico de su barrio" a los 16 años, en 1973 ("La Nación" 4/1/2007, pag. 8). Estuvo preso sólo 3 días y en esa ocasión -le dijo a la Cámara de Diputados-, el Comisario Patti lo torturó. No lo vió, pero "nunca iba a olvidar aquella voz" (ibidem). Uno no se explica cómo llegó a conocer tan perfectamente la voz de Patti al punto de reconocerla, no en una conversación normal, sino en medio de una sesión de torturas, algo horrible, en la que se oirán sólo gritos lo que no se presta a distinguir serenamente un tono de otro.

En base a ese reconocimiento de la voz de Patti -a la sazón, muchacho de 19 años-, la Cámara de Diputados rechazó el diploma del Comisario, electo diputado por 400.000 votos. Los "democráticos" integrantes de la Cámara ignoraron la voz del pueblo y resolvieron por sí y ante sí, en el mejor estilo autocrático y fuera de todo carril constitucional, la exclusión del nuevo diputado oyendo sólo la voz de Gerez que dijo haber reconocido, hace 33 años, la voz del rechazado. 400.000 voces valen menos para estos democráticos que la voz de un testigo falsificado que dice haber reconocido una voz hace 33 años, durante los tres días que estuvo preso en una Comisaría acusado de un crimen horrendo...

Engolosinado tal vez por este primer éxito de su incipiente histrionismo, y engañados sus instigadores y patrones por la misma razón le propusieron, y Gerez aceptó, el nuevo papel de "secuestrado-torturado" y subió al escenario. Kirchner habló por cadena nacional de radiodifusión como parte del libreto. Sólo que unos minutos antes de que aquel saliera al aire, Gerez se aburrió de estar escondido y se declaró en libertad (no después que habló el Presidente, como se dijo).

Todo mal. ¿Qué creían los "astutos" conspiradores al servicio de esta tiranía...? ¿Que el hotentote Gerez sería capaz de seguir instrucciones tan complicadas?

Se equivocaron. Pero me cuesta creer que cabezas frías como la de Verbitzky, eminencia gris del gobierno, pudieran cometer semejante error. Tal vez lo hicieron a propósito, como una especie de farsa para burlarse de la opinión pública idiotizada. Esta última hipótesis me seduce. El desprecio que los tiranos (ellos) sienten por sus esclavos (nosotros) puede haberlos movido a hacer un "test" y verificar hasta qué punto podemos ser idiotas los argentinos y tragarnos aún las mentiras más burdas.

Creo que si fue así, han tenido éxito, porque la gente, por más que se burle de las chapucerías del episodio, sigue aceptando la especie de que hay "mano de obra desocupada" que secuestra testigos de cargo después (sí, leyó bien: "después") que han declarado y cuando ya las víctimas de sus calumnias han sido condenadas. Disparate este, adicional, que los argentinos nos tragamos píamente, por ejemplo, en el caso del albañil Lopez.

Por otra parte, hay 300 militares y policías presos que esperan ser juzgados por sus propios acusadores, en un clima de atropello a todas las formas, propio de los regímenes marxistas. La condena ya está dictada y sólo se trata de hacer la parodia de un juicio, con figurantes que se ponen la toga de jueces o se sientan en el banco de los fiscales, mientras desde el Poder Ejecutivo, el Congreso y la prensa se incita a la opinión pública a odiar a los acusados a quienes se considera culpables de entrada, contrariando el viejo principio civilizado de que toda persona se presume inocente mientras no se pruebe lo contrario. Ese odio preconcebido crea un clima que autoriza todas las injusticias y todos los lichamientos.

En eso está toda la prensa. "La Nación", el diario que leen los "buenos patriotas" que van a misa y los que no van, va destilando su veneno, con un poquitito más de suavidad que "Página 12", por ejemplo, pero con análogo resultado.

Entre los 300 presos está un sacerdote, el P. von Wernich, ex-capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires la "bete noir" ("la bestia negra") de todas las policías del país y de la cual Arslanian ha hecho que la gente crea las peores barbaridades.

El padre von Wernich está bajo prisión preventiva desde hace casi cuatro años, pero como ya dije en el nro. 747 del 11/10/2007 ("El Padre von Wernich, secuestrado por la tiranía"): "El auto de procesamiento y de prisión no está fundado sino en generalidades sectarias, sin invocación de prueba alguna y, en todo caso, se trata de una prisión preventiva y no de una condena". Me remito a ese artículo para no repetirme.

Ahora "La Nación" empezó a preparar el clima del juicio oral que se realizará, al parecer, próximamente. Se basará en una acusación de 100 páginas escrita por el fiscal Sergio A Franco que carece de toda seriedad jurídica.

Al acercarse la fecha del "show" judicial, se publicó un comentario disfrazado de noticia (como suele hacer ese diario desde que cayó en manos de los Saguier y estos, del gobierno) en el que se reproducían declaraciones de un tal Luis Velasco, residente en España, que estuvo preso durante un mes en tiempos de los militares. Salió libre, o sea, tuvo más suerte que el Padre von Wernich que está preso hace casi cuatro años de la "democracia" y con negras perspectivas. En esas declaraciones dice falsedades notorias sobre la actuación del Padre que cometió la ingenuidad de creer en personajes como Velasco y quiso ayudarlos, con el agravante para éste de que es pariente del que acusa falsamente.

Pocos días después, el Sábado 6 de Enero, el mismo Velasco hizo otras declaraciones a radio 10 en las cuales se contradice con las anteriores afirmando que el Padre trataba de ayudar a los presos y que éstos apreciaban sus esfuerzos. Estas no salieron en ningún diario y sólo me enteré por boca de alguien que las oyó.

"La Nación", decidida a no soltar la presa, insiste hoy en denigrar al Padre publicando un artículo de Silvia Pisani desde Madrid reproduciendo nuevamente las acusaciones iniciales de Velasco.

Sus palabras son tan inverosimiles que cualquier persona con dos dedos de frente se da cuenta que no está diciendo la verdad. Por ejemplo, dice que el Padre era "uno más de los servicios, un mesiánico, un defensor convencido de la tortura y del asesinato" (ed. cit. pag. 8) Agrega otras fábulas acerca de cosas que "les decía", sin precisar a quienes ni cuando, todas en la misma línea. O sea, atestigua sobre el caracter del padre y no sobre sus actos; es decir, lo que dice no vale como un testimonio acusatorio.

Es imposible que un sacerdote que no colgó sus hábitos, ni dejó de decir misa ni siquiera en la cárcel, que ha sido bien educado y es una persona de bien, de familia, tenga semejantes sentimientos y que se los revelara a esos sospechosos de terrorismo gratuitamente, sin ninguna necesidad ni ninguna utilidad ni para él ni para nadie. Sólo un demente haría semejante cosa y si fuera así, en vez de estar preso debería estar en un manicomio.

No. Sospecho vehementemente que el tal Velasco miente y miente por odio. ¿Qué testigos de cargo son esos que odian al acusado? ¿Qué verosimilitud pueden tener sus dichos? Cualquier penalista serio de cualquier país civilizado del mundo sabe que la valorización de ese testimonio equivale a CERO.

No importa. "La Nación" le da la credibilidad de sus páginas veneradas por los "buenos argentinos"... Dudar de él es ponerse del lado de los "genocidas".

Velasco dice que tiene miedo y que vendrá a declarar y se volverá a España de inmediato. Insinúa que tiene miedo de la famosa "mano de obra desocupada". Pero en realidad, debe tener miedo de sus compañeros de la izquierda que exigen la condena del sacerdote. Si él mantuviera las declaraciones que le hizo a radio 10, probablemente corra peligro. La mano del terrorismo es larga. En España está la ETA y aquí están Kirchner y Cia. con toda la fuerza pública a su disposición, además de un presupuesto de 90.000 millones por año que permite comprar asesinos a sueldo por docenas, si lo quisieran. Así que Velasco tal vez haga sus cálculos y resuelva continuar con sus falsedades. Sería admirable si dijera la verdad y reiterara en el juicio lo que le dijo a radio 10.

El miedo que tiene Velasco no es nada comparado con el que deben tener los testigos que podría llamar el Padre en su defensa. ¿Quién se atreve a sentarse frente a jueces decididos a condenar, a fiscales sin respeto por la justicia y a un público alquilado para caldear el clima de las audiencias y promover el linchamiento del sacerdote (y de los testigos que lo defiendan)?

El miedo silencia en la Argentina a quienes quieran decir la verdad. Y es comprensible que así sea, porque esta es una tiranía inmoral e inescrupulosa que no repara en medios y el instinto de conservación aconseja no arriesgar la vida, los bienes y la libertad haciendo declaraciones que interfieran con los planes de la izquierda. Es una cobardía, pero reconocer que esto es una tiranía es un signo de inteligencia. Mucho peor es el idiota redomado que se niega a ver la realidad y cultiva un optimismo irracional. Los cobardes merecen comprensión. Los idiotas redomados, menosprecio.

En el nro. 758, del 7/12/2006 decía: "El gobierno y la prensa dictan las sentencias". Y así es. La parodia de juicio que preparan para el Padre von Wernich debe empezar con una sentencia predeterminada, seguir con declaraciones falsas en medio de una gritería de marxistas y alquilados del marxismo y terminar con la ejecución de la sentencia en una cárcel común.

Sólo queda una esperanza: que los jueces se conviertan en hombres justos o que la fuerza de la opinión pública imponga el triunfo de la verdad. O sea, un milagro. Dios existe. Puede ser, porque aquí no está en juego sólo el Padre von Wernich, sino la Iglesia Católica a la que se intenta arrastrar por el lodo con este proceso y otras maniobras que son del dominio público.

Cosme Beccar Varela