sábado, febrero 24, 2007

NINGÚN MAL SE SOLUCIONA CON UN MAL MAYOR

NOTIVIDA, Año VII, nº 420, 21 de febrero de 2007

Mar del Plata, Argentina

NINGÚN MAL SE SOLUCIONA CON UN MAL MAYOR

Como es de público conocimiento la Sala II de la Cámara Civil marplatense tiene que resolver si autoriza o no, que se le practique un aborto a una menor violada por su padrastro, que cursa el tercer mes de gestación. Recordemos que el aborto fue autorizado en primera instancia por la jueza Silvina Darmandrail -que además de dar luz verde al asesinato del bebé intentó sentar un gravísimo precedente jurídico, reinterpretando el inciso 1º del artículo 86 del Código Penal-, pero la sentencia fue apelada por la asesora de menores Silvia Fernández, por mandato de la Fiscalía General marplatense. Como hemos dicho en reiteradas oportunidades considerar que el aborto no es punible cuando el embarazo afecta la salud psíquica de la madre -excepción tan difícil de ponderar- equivale en la práctica a legalizar el aborto. Tras la aberrante sentencia la misma Darmandrail escandalizó a la opinión pública declarando que antes de emitirla acudió a la gruta de Lourdes, se confesó, escuchó Misa y regresó “con la tranquilidad de actuar a conciencia”. (La Nación 17/02/2007).

En el día de la fecha y tras la situación planteada el obispo de Mar del Plata, Mons. Juan Alberto Puíggari, dio a conocer una declaración en la que destaca que una mujer violada debe ser cuidada, acompañada y sostenida; pero que ninguna circunstancia, por dramática que sea, justifica la eliminación deliberada de un ser humano inocente. “Ningún mal será jamás solucionado adecuadamente echando mano a un mal mayor”.

“La administración de la justicia -enfatizó el prelado- sólo es Justa cuando se ejerce al margen de toda compulsión política, mediática, social y cuando se ejerce en conformidad con la verdad y el bien moral”.

A continuación el texto completo de las declaraciones de Mons. Puíggari:

LA BUENA NOTICIA DE LA VIDA HUMANA

“El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas.” 1

Toda persona humana mediante el uso de su inteligencia y no solo por la fe puede llegar a descubrir que la vida humana se inicia en el momento de la concepción. Este hecho puede ser, además, constatado científicamente. El valor sagrado de la vida humana desde el momento de la concepción hasta su término y el derecho a la vida que ha de ser respetado para todo ser humano desde el momento del inicio de su existencia son dos aspectos fundamentales de la verdad sobre la persona humana.

Las circunstancias dramáticas que pueden darse en la vida de las personas y que, en el marco de la concepción, pueden afectar particularmente a la mujer, requieren hoy como nunca el compromiso serio de toda la sociedad. Proteger la vida de la mujer y su salud de la violencia requieren una acción seria y comprometida de la justicia y de toda la sociedad proveyendo los medios necesarios para cuidar, acompañar y sostener a las personas en situaciones que muchas veces son, incluso, difíciles de soportar, de asumir y de superar.

No obstante, debemos mirar esta compleja realidad en su totalidad: una vez que una concepción se ha producido, por más dramático que sea el contexto en el que ha tenido lugar, aparece en escena un ser humano débil, indefenso y silencioso que nada puede por sí mismo. La dramaticidad de la situación ¿puede hacernos olvidar de este ser humano inocente? La gravedad de la situación ¿puede justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente en el inicio de su existencia?

A un mal como es el trauma de la violencia y del abuso sufrido por una mujer ¿se puede agregar otro drama, más tremendo, como es la eliminación deliberada de un ser humano en la fase inicial de su existencia? Por trágicas que sean las circunstancias debemos recordar que ningún mal será jamás solucionado adecuadamente echando mano a un mal mayor.

No debemos juzgar a nadie, y mucho menos desde la fe. Todos estamos llamados a amar y acompañar seriamente a quien atraviesa una prueba como la que consideramos. Pero es bueno recordar que la administración de la justicia sólo es Justa cuando se ejerce al margen de toda compulsión política, mediática, social y cuando se ejerce en conformidad con la verdad y el bien moral.

¿Habrá realmente alguna circunstancia que justifique que matemos a un ser humano indefenso que ha sido confiado al cuidado de todos? La buena noticia de la vida humana debe llevarnos a tomar conciencia: terminar con una vida humana no puede ser realmente una solución.

Al comenzar esta Cuaresma elevo mi oración a Dios implorando que ilumine las conciencias de quienes tienen la responsabilidad de proteger la vida.

Mar del Plata, 19 de febrero de 2007