miércoles, febrero 21, 2007

VIAJE A UN PAIS CORRUPTO

VIAJE A UN PAIS CORRUPTO

El diario catalán “La Vanguardia” dedicó un artículo a la corrupción en el Gobierno de Hugo Chávez y a la aparición de los boliburgueses, de lo que dice: “Cientos de colaboradores de Chávez viven en los barrios más distinguidos, compran camionetas de lujo, frecuentan los restaurantes más caros, abren cuentas en el exterior… Se distinguen por su ostentación". Tras ocho años de Chávez en el poder, Venezuela está considerada la nación más corrupta de América.

Al revisar la identidad de 50 beneficiarios de programas educativos del Gobierno, investigadores de la Universidad Central de Venezuela (UCV) encontraron que cuatro personas que supuestamente estudian bachillerato fallecieron hace varios años, otras cuatro tienen más de 100 años. En otro grupo localizaron a 291 mayores de 125 años, siete de los cuales estarían cursando programas de entrenamiento laboral.

El presidente Hugo Chávez alardea de que en Venezuela no se invierte un centavo sin que conozca su destino. Sin embargo, los investigadores de la UCV cuestionan los resultados de los programas sociales (conocidos como misiones) de su Gobierno. Y denuncian que se hinchan las cifras para desviar millones de euros.

En los ocho años que Chávez lleva en el poder, Venezuela ha recibido entre 175.000 y 225.000 millones de dólares gracias al petróleo y a nuevo endeudamiento.

Gustavo Coronel, ex dirigente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), señala que disminuyó la transparencia a medida que entraba más dinero. “La corrupción involucra a todos los niveles de la sociedad venezolana”, subraya Coronel. Desde el 2004, el Banco Central de Venezuela ha transferido al exterior unos 22.500 millones de dólares, de los cuales se desconoce el paradero de unos 12.000 millones de dólares.

La corrupción propició la aparición de la burguesía revolucionaria, los llamados boliburgueses. Cientos de colaboradores de Chávez viven en los barrios más distinguidos, compran camionetas de lujo, frecuentan los restaurantes más caros, abren cuentas en el exterior… Se distinguen por su ostentación. Basta revisar los incrementos exagerados en las ventas de coches y mansiones para corroborar la voracidad de consumo de una nueva casta dispuesta a mostrar los símbolos de riqueza. Por ello la oposición habla de robolución. Los familiares de Chávez son los nuevos ricos de Barinas, su estado natal, del que su padre es gobernador.

Tras ocho años de Chávez en el poder, Venezuela está considerada la nación más corrupta de América (sólo superada por Haití). El último Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de la organización Transparencia Internacional, muestra que el país ha caído del puesto 130 en el 2005, al 138 en el 2006, de un total de 163 países. En el 2001 ocupaba la posición 70 entre los países más corruptos.

“La impunidad es total. Pese a las muchas denuncias de corrupción, muy pocos han ido a la cárcel, todos de rango menor. Hay miles de casos en los que no se sabe qué pasó, nadie investiga. Muchos militares están implicados, porque en todos los ministerios hay uniformados. Tenemos un gobierno militar y no nos hemos dado cuenta. Cualquier denuncia puede ser vista como un acto contrarrevolucionario”, declara a La Vanguardia Mercedes de Freitas, directora ejecutiva de Transparencia Venezuela.

Los escándalos cuestionan la gestión de un presidente asediado por las mismas lacras que prometió combatir. En esta transmutación de valores, las denuncias afectan a civiles y militares. Son ya cientos de casos de corrupción sin resolver y sin castigo que quedan en el olvido.

Un caso solapa al otro y la capacidad de asombro se agota. Los escándalos más sonados suman cientos de millones de euros. Un caso reciente es Fondafa: la ministra de Economía Popular fue denunciada por sus hermanos de pretender cobrarles una millonaria comisión por unos contratos.

Nadie cometería el atrevimiento de decir que la corrupción comenzó con Chávez. Sin embargo, en los gobiernos anteriores el pillaje era objeto de censura social, aunque sin sanciones ejemplarizantes. Ahora la cuestión ha cambiado. El analista Carlos Blanco señala que con el socialismo del siglo XXI la corrupción no es corrupción, “sino el mecanismo mediante el cual la primacía de lo revolucionario reclama su tajada de sostenimiento a quienes tienen la fortuna de contratar con el Estado”. No hay robo sino “redistribución forzada de la propiedad estatal gracias a la intermediación de contratistas que deben lavar sus pecados mediante un mordisco del 15 al 30 por ciento”.

El problema que comporta el avance de la corrupción, señala Carlos Blanco, es que el ejemplo cunde. Poco a poco se instala la idea de que la verdadera revolución consiste en que la piñata ahora es de todos; la corrupción se vuelve una labor y, como todo trabajo esforzado, requiere remuneración. El llamado Impuesto Procesal del 15 por ciento (puede llegar al 30 por ciento), mecanismo casi institucionalizado, es el monto de la mordida que corresponde en contratos de obra con el Estado para ayudar al proceso.

La retirada de Chávez es puramente táctica


El lunes de la semana pasada, Chávez anunció que le pagará 572 millones de dólares a la empresa estadounidense Verizon por su participación de 28,2% en Cantv, la compañía de telecomunicaciones cuya nacionalización se anunció en enero. Esta cifra excedía el valor de mercado más reciente y, aparentemente, el acuerdo se negoció de manera amistosa.

Dos días después, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, que desde que empezó su campaña electoral, el año pasado, ha prometido dejar que la deuda externa del país caiga en default, súbitamente dio marcha atrás y pagó al vencimiento los intereses sobre una emisión de bonos internacionales.

Sin embargo, no sería prudente consolarse con estos hechos. Aunque una compensación es mejor que nada, el precio de las acciones de Cantv cayó últimamente y la oferta de Chávez es inferior a la que hace unos pocos meses puso sobre la mesa un ofertante privado.

Además, no hay señales de que la postura anticapitalista de Chávez se debilite. La semana pasada, el presidente venezolano amenazó con nacionalizar supermercados y otras firmas minoristas de alimentos a las que responsabiliza por los aumentos en los precios.

En Ecuador, Correa parece estar demorando el default sólo hasta que pueda ampliar los poderes del Ejecutivo a través de una reforma constitucional al estilo de la de Venezuela. Pero, aunque los ecuatorianos y los venezolanos tienen razones para alarmarse, el resto del mundo debería mantener el sentido de la proporción. Chávez todavía depende del petróleo que le vende a Estados Unidos.

Y Ecuador, al igual que Nicaragua y Bolivia, los otros miembros del club socialista del siglo XXI de Chávez, es económicamente insignificante y notoriamente inestable. Su radicalismo es una especie de espectáculo secundario al lado de democracias relativamente estables, más prósperas y con una postura amistosa hacia el mercado como Brasil y México, los gigantes regionales.

Con sensatez, ahora EE.UU. parece estar dándole más importancia a sus relaciones con estos países más grandes; un cambio de postura que quedará subrayado cuando el presidente George W. Bush los visite el mes próximo.

De todos modos, no sería prudente subestimar el compromiso ideológico de Chávez y sus discípulos. Las retiradas como las de la semana pasada son puramente tácticas. A la hora de evaluar los precios, los inversores deberían tener en cuenta los riesgos que pueden tener que enfrentar.


Totalitarismo militarista


La realidad es terca, incluso para Hugo Chávez. La pretensión del presidente de convertir la República Bolivariana en el último «paraíso» socialista choca con la evidencia: el país es el más consumista de Iberoamérica, hasta el punto de que Venezuela encabeza el consumo «per cápita» de whisky escocés en el mundo, y la tendencia va en aumento: en 2005 la venta de destilado de maltas creció un 55 por ciento respecto al año anterior. El diario ABC habla hoy de los proyectos de Chávez.


El proyecto de Chávez se encaminaría «hacia el totalitarismo militarista, antes que hacia el socialismo y al sistema cubano», señala Ismael Pérez Vigil, presidente ejecutivo de Conindustria (que agrupa al 90 por ciento del volumen del sector industrial). Desde su victoria electoral en las presidenciales de diciembre último, Chávez «amenaza directamente a las empresas para desarrollar un socialismo «sui géneris» y acabar con las élites económicas. El Gobierno ha declarado que no va a estimular la propiedad privada, mientras que incitará a la clase obrera para que asuma su papel en el proceso histórico». Como indica un directivo de la banca internacional en Caracas, «el Estado no tiene capacidad de gestión para todo lo que quiere hacer».

Pérez Vigil (que recuerda que desde 1998 han cerrado el 40 por ciento de las industrias) no cree que el mandatario pueda cumplir sus objetivos, pues hoy «los ingresos fiscales de la industria superan a los ingresos petroleros. Pero, por el camino, puede terminar con las empresas: la incipiente paralización de importaciones mediante el control de cambios podría hacer que colapse la cadena productiva».

Tampoco las rentas petroleras son una panacea inagotable. Alberto Quirós Corradi, ex presidente de Shell y de varias filiales de Petróleos de Venezuela S. A. (Pdvsa), destaca el «cambio de cultura operativa» en esa empresa pública: «Ya no se consideran criterios de rentabilidad y eficacia, sino que se emplea como un mecanismo para la aplicación directa de políticas sociales, lo que conlleva un déficit crónico de flujo de caja. Esto ha llevado a una caída de la producción, por ineficacia». Quirós considera imposible el plan gubernamental de producir 5 millones de barriles diarios de crudo en 2012.

Fuga de especialistas

El despido de 20.000 técnicos de Pdvsa, tras la huelga petrolera de 2002, dejó a la firma sin especialistas, los más capacitados del mundo para el tratamiento de petróleo pesado. Pronto encontraron acomodo en México, Canadá o España (donde hoy trabajan cerca de un centenar). La situación ha llevado a un aumento de accidentes en los yacimientos, a que se paralicen las plantas de conversión profunda y a la importación de componentes para el refinado de gasolinas.

El exceso de liquidez, por el alto precio del petróleo, provoca inflación e incrementa las importaciones. Durante los años noventa, Venezuela importaba una media de 10.000 millones de dólares anuales. En 2005 la cifra se eleva a 24.000 millones, para alcanzar los 31.000 millones en 2006. La venta de vehículos en el último año creció de 200.000 a 300.000.

Este flujo de capitales ha creado una nueva clase social, la «boliburguesía», una plutocracia que ha crecido gracias a los negocios del Estado. Los nuevos ricos son los funcionarios y miembros de las fuerzas armadas -estamentos que en el actual régimen cívico-militar venezolano a menudo se confunden-, quienes ahora presumen de piso a estrenar y lujosos vehículos todoterreno.

Corrupción endémica

Y, con ellos, la corrupción, que el politólogo Wladimir Pérez Parra, en una publicación de la Red de Naciones Unidas para las Finanzas y la Administración Pública, constata como «una conducta estandarizada» en los ocho años de régimen revolucionario. Para la percepción popular, sólo Haití supera a Venezuela en este rubro, según estudios de Transparencia Internacional.

Los datos reales se desconocen, pero, según Mercedes de Freitas, presidenta de la sección local de Transparencia Internacional, «Venezuela es uno de los países con más riesgo de corrupción en América, pues no hay un marco legal al respecto y se mueve mucho dinero fuera de control». Ésto nunca se denuncia, y cuando se hace, nada sucede: de 647 casos denunciados en 2005, el 68 por ciento fueron exonerados y en otro 20 por ciento no se pudo continuar con la investigación. La información casi siempre es «reservada»: sólo el 17 por ciento de las contrataciones del Estado se hacen públicas; de ellas, el 95 por ciento son por adjudicación directa.


Firma de convenios bilaterales


El presidente Néstor Kirchner firmará convenios bilaterales con Hugo Chávez y a la vez dejará inaugurado el primero de los nueve pozos petroleros que trabajarán en conjunto ambos países.

En Puerto Ordaz, destino del jefe de Estado, ya se encuentran desde la víspera los ministros de Planificación Federal, Julio De Vido, y de Economía, Felisa Miceli, junto al gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid. El Presidente llegará luego del mediodía y no tendrá para esta jornada actividades oficiales hasta la noche cuando compartirá una cena con el mandatario de Venezuela.

La agenda principal de la visita está programada para mañana, cuando comparta un acto en un club local con Chávez y luego ambos se trasladen a un escenario al aire libre, a orillas del río Orinoco, donde se hará el acto de firma de convenios previsto. Luego ambos presidentes se dirigirán a inaugurar el primero de los nueve pozos que explotarán en conjunto las empresas estatales de ambos países, ENARSA y PDVeSA.

Asimismo, está previsto que se realicen anuncios sobre el convenio de ayuda financiera que recibirá la empresa SanCor por parte del gobierno venezolano con una inversión de 135 millones de dólares. Este acuerdo incluirá como parte de pago 15 millones de toneladas anuales de leche en polvo durante 12 años, además de comprometerse a desarrollar plantas lácteas en Venezuela. Luego de este acto el presidente y su comitiva emprenderán el regreso a Buenos Airres, donde está previsto que arriben el miércoles por la noche.