miércoles, marzo 14, 2007

El Pecado

El Pecado

Fuente: Águlias Guadalupanas Autor: Formación


(30 minutos)
Objetivo General:
Lograr que los miembros de Águilas Guadalupanas sean conscientes sobre la trascendencia de nuestros actos ante el amor de Dios y frente a la eternidad.


Desarrollo

1. Introducción.


Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza y le ha dado una misión específica: asegurar su felicidad terrena y eterna a través del cumplimiento de las leyes que Él mismo le ha dado y con la guía de su conciencia recta.
Pero, desde el momento en que Dios creó al hombre, lo creó libre, por lo tanto surge la posibilidad de elegir o rechazar a Dios. Para que esto no sucediese, forzosamente Dios tendría que privar al hombre de su libertad y reducirlo a un estado semejante al animal, en el que sería incapaz de amar, pues el amor es un acto de la voluntad, por lo tanto un acto que se elige libremente.

2. ¿Qué es el pecado?

Es una falta contra la razón, contra la verdad y contra la propia conciencia recta. En palabras de San Agustín, el pecado es “toda palabra, acto o deseo contra la ley de Dios”, también lo define como “dejar a Dios por preferir las criaturas”.
Por ejemplo: Supongamos que un joven se compromete a trabajar muy duro durante un año, aceptando horas extras en la fábrica, los fines de semana hace trabajos de carpintería, además de vender ropa de doble uso con tal de hacerse de un dinerito para entrar a la universidad, o para comprarse un auto o para casarse; al final de año cuenta el dinero que tiene viendo con satisfacción que ha logrado juntar la cantidad que deseaba.
Esa misma tarde que saca sus ahorros del banco, se encuentra con sus amigos a quienes les platica sobre sus proyectos y les revela la cantidad que ha logrado reunir, sus amigos sin poder creerle, le dicen que ese dinero seguramente es un encargo de su jefe y se quiere aprovechar para presumir o que es dinero mal habido, de tal forma que este joven ya molesto les dice:
- Les mostraré que realmente es mi dinero y puedo hacer con el lo que yo quiera.
De tal forma que toma el cheque que tenía y lo rompe frente a sus amigos. Sus amigos atónitos le dicen:
- Pero que haz hecho?, acabas de tirar a la basura todos tus ahorros!!!, no tienes forma de recuperar todo lo que invertiste, tu esfuerzo, tus desvelos, tu trabajo, todo lo haz perdido ...
Eso es el pecado. A lo largo de la vida vamos reuniendo méritos para el cielo. Porque todo lo que hacemos en gracia de Dios merece para el cielo, aun las cosas más pequeñas: lavar los platos, barrer una habitación, clavar un clavo, ayudar a tu hermano menor con su tarea... Con todo lo que hago en gracia de Dios, estoy mereciendo el premio eterno.

En cuanto cometes el pecado mortal, lo pierdes todo. Has roto el cheque, lo has tirado por la ventana, te quedas en ceros. Mientras estés en pecado mortal, nada de lo que hagas te sirve para la vida eterna. Todo lo que habías merecido estando en gracia, lo perdiste.

Por tanto, la mayor tragedia que puede acontecer al hombre: en pocos momentos ha negado a Dios y se ha negado también a sí mismo. A causa de un capricho pasajero. Es una desobediencia voluntaria a la Ley divina. Es una alteración del orden.
En todo pecado se ve una rebeldía querida y libre del ser creado contra su Creador.

3. ¿Cuál es la causa del pecado?

Dios nos da la vida, con ella la inteligencia, la voluntad y por lo tanto la libertad; además no ha dotado de una conciencia y una ley natural que está inscrita en nuestro ser, por ejemplo la noción de bien y mal, para que cumplamos con nuestra misión.

Dios no puede ser responsable del mal uso que hagamos de aquello que nos ha dado. El pecado es, por lo tanto, una "iniciativa del hombre", es una negativa a colaborar con el plan de Dios en una circunstancia determinada.

El no querer colaborar con el plan del Autor generará forzosamente desorden en la obra de Dios y las consecuencias de este desorden se revertirán contra el mismo hombre que peca y contra sus semejantes, tal como ya hemos visto.

Pero, ¿por qué pecamos aún cuándo conocemos la verdad?


Hay tres factores que nos hacen muy vulnerables al pecado:

1. El principal es el demonio, que nos presenta realidades desfiguradas como si fueran algo deseable y bueno, aunque realmente sean malas. Provoca al hombre tentándolo. Es un ser inteligente y, por ello, engaña al hombre para que se acerque al mal y no al bien.

2. Otro factor que nos hace pecar es lo negativo del mundo y su ambiente: la falta de educación, la ociosidad, los malos ejemplos, los problemas familiares, las modas, los estereotipos sociales, etc. Y también sus atractivos: el poder, las riquezas, la situación social, que son buenos en sí mismos, pero tomados como fin y no como medio, nos llevan fácilmente al pecado.

3. Por último, está “la carne”: instintos humanos que no están sometidos a la inteligencia, los vicios o hábitos malos y el simple egoísmo que nos hace buscar sólo nuestra propia satisfacción.


3. ¿La tentación es pecado?

La tentación, es sólo una inclinación y que no hay que confundir con el pecado, pues en este último se da el paso. No es lo mismo “sentir que consentir”.

Sentir es una reacción de los sentimientos ante algo que provoca atracción o rechazo.
Consentir es un acto de la voluntad, es una decisión.

No es pecado sentir. Para que haya pecado tiene que intervenir la voluntad. Sólo cuando decidimos aceptar la invitación hay pecado.

La tentación es una sugestión interior, que por causas internas o externas, incita al hombre a pecar. Actúan engañando al entendimiento con falsas ilusiones, debilitando a la voluntad, haciéndola floja a base de caer en la comodidad, la negligencia, etc., instigando los sentidos, principalmente la imaginación, con pensamientos de sensualidad, de soberbia, de odio, etc.

Por ello hay que huir de toda ocasión de pecado, es decir las situaciones que favorecen la aceptación del pecado.

4. ¿Puedo perder el Cielo por dejarme llevar por el ambiente?


El ambiente nos puede arrastrar a cometer muchos pecados de pensamiento, palabra, obra u omisión, pero nuestras conciencias, si están bien formadas, nos ayudarán a distinguir si nuestros pecados son lo suficientemente graves como para haber roto la amistad con Dios.

Los pecados mortales, que rompen la amistad con Dios y nos convierten directa e inmediatamente en merecedores del infierno, son aquellos que cumplen con tres condiciones:

1. Materia grave.
Esto se cumple cuando vamos directamente en contra de la ley de Dios, cuando rompemos con el orden establecido por Él. No es que nos desviemos, sino que vayamos exactamente en sentido contrario a las indicaciones que Dios nos da a través de nuestra conciencia y de la ley.

2. Pleno conocimiento.
Sabemos que la materia es grave, sabemos que es una rebeldía contra Dios y aún así elegimos hacerlo.

3. Pleno consentimiento.
Usamos nuestra libertad y nuestra voluntad para hacerlo. Lo queremos realizar conscientemente y no porque algo o alguien nos obliga.

Cuando falta alguna de las condiciones anteriores, entonces se trata de un pecado venial. No nos hace merecedores del infierno, pero debilita la amistad con Dios y nos hace más débiles para luchar con las tentaciones del demonio, del mundo y de la carne.

Un hombre que se habitúa al pecado venial es muy fácil que se acerque al pecado mortal.

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"La Paz De Cristo en el Reino de Cristo"

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Jose Luis Aboytes