sábado, marzo 10, 2007

[Red de Catequistas] El día de la mujer


EL DÍA DE LA MUJER

Por Emilio Nazar Kasbo

Según se declara, el 8 de marzo es día Internacional de la Mujer, pero en realidad se trata del “día internacional de la mujer trabajadora”. Hay una gran diferencia entre ambos conceptos, y esto es algo que aquí analizaremos.

En el cristianismo

La cristiandad siempre ha tenido a las mujeres en un lugar privilegiado, ya sea como hijas, como esposas o como madres. Los hechos de violencia contra ellas están fuera de su ideario y propósitos. Han sido el liberalismo y el marxismo los que han pisoteado la dignidad de la mujer, siendo actualmente la perspectiva de género una visión ideológica de la lucha de clases que la daña.

La Virgen María ocupa un especial lugar incluso en la Historia de la Salvación, como Madre de Dios. Asimismo, en vida de Cristo las mujeres siempre han estado presentes desde antes de su nacimiento hasta su muerte y Resurrección. También han ocupado en la Historia de la Iglesia un lugar preponderante las incontables santas.

La Iglesia da gracias por todas las mujeres y por cada una, expresando su agradecimiento por la aparición del genio femenino en la Historia y en todos los puntos geográficos, tal como lo manifestó el Papa Juan Pablo II.

La dignidad de la mujer en su integridad, sin reduccionismos, ha sido siempre sustentada por la Iglesia Católica, antes de la aparición del liberalismo y del marxismo, e incluso en el presente ante las flagrantes agresiones que padece. Y su dignidad ha sido defendida no sólo en el ámbito de lo espiritual, sino también por ejemplo en cuanto a su dignidad laboral, tal como lo sustenta la Doctrina Social de la Iglesia.

Mujeres comunistas

Los grupos ultrafeministas asumen esta fecha en todo el mundo, adoptada por las Naciones Unidas, supuestamente representando una lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.

Pero ¿Qué tiene que ver el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, con la dignidad de la mujer? Y podemos responder: NADA, sino una mera excusa de incentivar la lucha de clases entre mujeres y hombres. Ante la explotación liberal, muchas creyeron encontrar la respuesta en el socialismo comunista... nada más lejos de la realidad.

El 26 y 27 de agosto del año 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas se proclamó el “Día de la Mujer” en Copenhague. Por ello, el día 19 de marzo de 1911 se celebró en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, por primera vez el Día Internacional de la Mujer, donde fue exigido el derecho al voto, al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminació n laboral.

El día 25 de marzo de 1911, más de 140 jóvenes trabajadoras murieron en un trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de Nueva York, con repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos.

El último domingo de febrero de 1913, las mujeres rusas celebraron su primer Día Internacional de la Mujer, en las vísperas de la Primera Guerra Mundial; y en 1914, las mujeres del resto de Europa se reunieron el 8 de marzo para protestar contra la guerra. Las mujeres rusas volvieron a elegir el último domingo de febrero de 1917 para declararse en huelga en demanda de “pan y paz”, ante los dos millones de soldados rusos muertos en la guerra; cuatro días después el Zar tuvo que abdicar ante el gobierno comunista que ocupaba ahora el gobierno por medio de la revolución leninista. El gobierno provisional ruso, tras la abdicación del Zar, concedió el derecho de voto a las mujeres el domingo 23 de febrero del calendario juliano, coincidente con el 8 de marzo según el calendario gregoriano.

Las Naciones Unidas realizaron conferencias mundiales sobre la mujer, instalando la ideología de género con sus consecuencias antivida: promiscuidad, anticoncepció n no natural, aborto, eutanasia, y toda la cultura antivida con una tendencia prejuiciosa, reaccionaria y autoritaria contra el varón.

Las justas luchas contra el maltrato contra la mujer, se ven desfiguradas con un prejuicio infundado contra el varón al sostener que su propia naturaleza es de violencia contra las mujeres y los indefensos… todo lo contrario al ideal de la caballería medieval.

La Doctrina Social de la Iglesia

“Los eventos de naturaleza económica que se produjeron en el siglo XIX tuvieron consecuencias sociales, políticas y culturales devastadoras… dando lugar a la primera gran cuestión social, la cuestión obrera, causada por el conflicto entre capital y trabajo.” (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, N° 88). En tal situación, no hubo distinción entre hombres y mujeres como víctimas de tal sistema de explotación del hombre por el hombre.

“El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor, no sólo porque ambos, en su diversidad, son imagen de Dios, sino, más profundamente aun, porque el dinamismo de reciprocidad que anima el “nosotros” de la pareja humana es imagen de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, N° 371). “El hombre y la mujer están en relación con los demás ante todo como custodios de sus vidas” (Evangelium Vitae, Juan Pablo II, 421-422), de donde se concluye que ambos están encargados de velar por la vida y la salud, evitando todo lo que pudiera agredirla: aborto, eutanasia, manipulación genética, y tantos otros modos de atentar contra la vida.

“En relación a las teorías que consideran la identidad de género como un mero producto cultural y social derivado de la interacción entre la comunidad y el individuo, con independencia de la identidad sexual personal y del verdadero significado de la sexualidad, la Iglesia no se cansará de ofrecer la propia enseñanza: “Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos”. Esta perspectiva lleva a considerar necesaria la adecuación del derecho positivo a la ley natural, según la cual la identidad sexual es indiscutible, porque es condición objetiva para formar una pareja en el matrimonio” (Compendio DSI, N° 224)

“El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral. El primer e indispensable paso en esta dirección es la posibilidad concreta de acceso a la formación profesional. El reconocimiento y la tutela de los derechos de las mujeres en este ámbito dependen, en general, de la organización del trabajo, que debe tener en cuenta la dignidad y la vocación de la mujer, cuya “verdadera promoción… exige que el trabajo se estructure de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del carácter específico propio y en perjuicio de la familia, en la que como madre tiene un papel insustituible” (Compendio de DSI, N° 295).

“La paternidad y la maternidad humanas, aun siendo biológicamente parecidas a las de otros seres de la naturaleza, tienen en sí mismas, de manera esencial y exclusiva, una “semejanza” con Dios, sobre la que se funda la familia, entendida como comunidad de vida humana, como comunidad de personas unidas en el amor (communio personarum)” (Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1652).

La mujer, desde su propia identidad y vocación, está llamada a la perfección de vida en la santidad, al igual que el varón.

Homenaje

Por eso, en el Día de la Mujer, rendimos nuestro homenaje a todas esas mujeres que expresan su sensibilidad y su maternalidad, lejos de visiones ideológicas que la desfiguran y dañan.

Rendimos homenaje a las mujeres que han sabido ocupar un lugar en la Historia, por descollar en sus actividades, y por su genialidad aportada al futuro.

Rendimos homenaje a las mujeres que han sabido y que saben cultivar las virtudes, que se preocupan por el futuro de sus hijos y de la humanidad entera, que buscan el bienestar de su familia, o que se preparan para ella.

Rendimos homenaje a las mujeres que de verdad buscan la santidad, a imitación de María, contemplando el Plan de Dios en sus decisiones, desde su vocación y perspectiva de Amor, para la Mayor Gloria de Dios.