sábado, abril 28, 2007

[Red de Catequistas] SOBRE LA IRA

COLUMNISTA

JORGE H. SARMIENTO GARCÍA

SOBRE LA IRA

1)La noticia:

MÉXICO: EXCOMUNIÓN A QUIEN LEGISLA A FAVOR DEL ABORTO. Fuente: Arzobispado de México.

Quien legisla a favor del aborto, quienes lo promueven y trabajan para hacerlo realidad, quien lo induce u obliga a la mujer a abortar, el médico, enfermera o persona que lo realiza, y la mujer que lo lleva a cabo reciben la pena de la excomunión”.

NOTICIAS GLOBALES, Buenos Aires, 25 abril 2007.

2) El comentario:

Se lee en el antiguo testamento: "...´No escucharemos las órdenes del rey para salirnos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda`. Apenas había terminado de hablar, cuando en presencia de todos se acercó un judío para quemar incienso en el altar que había en Modín, según el decreto del rey. Al verlo Matatías, se indignó hasta estremecerse; y llevado de justa indignación, fue corriendo y lo degolló sobre el altar. Al mismo tiempo mató al enviado del rey, que obligaba a sacrificar, y destruyó el altar" (I Macabeos,2,19-20).

Y a escrito Jesús Urteaga: "Porque hemos llegado a confundir la caridad con la falta de carácter. Porque hoy tenemos que aguantar que a los tontos se les llame buenos: Porque tenemos demasiados ´santos varones`, y nos faltan varones santos. Nuestra poca reciedumbre, nuestra cobardía, nuestra esterilidad en el apostolado han hecho que hoy tengamos que pasar por alto el que denominen pobreza de espíritu a la estupidez. Porque desconocemos la santa intransigencia y la personalidad de una vida cristiana. Porque ha llegado nuestra debilidad, en el fondo y en las formas, hasta tal punto, que nuestra vida interior, que ha de ser recia y varonil, la estamos convirtiendo en una mezcla de compota, almíbar y pasta de confitería: ¡todo blando, azucarado, repugnante! ¡Coraje precisan los hombres de Dios! Así nos figuramos a los hombres, recios y varoniles: sin miedo al dolor; hombres que saben sufrir callando, y no lo comunican para que no los compadezcan; sin miedo al sacrificio ni a la lucha; que no se arredran ante las dificultades; sin miedo al miedo; sin timideces ni complejos imaginados; incompatibles con la frivolidad; que no se escandalizan de nada de lo que ven ni oyen. Entereza es reciedumbre. Energía y decisión no son orgullo, sino virilidad”.

Sirva lo que antecede para hablar brevemente sobre la ira, partiendo de la base de que, en principio es un pecado capital, pero sólo la “ira per vitium”.

En efecto, siguiendo muy de cerca a Tomás de Aquino, señalamos las principales razones por las que esta forma de ira debe ser evitada:

1)Porque quien se deja llevar por ella fácilmente, es un desenfrenado.

2)Porque el que persiste en ella se convierte en furibundo, sin capacidad de perdón ni de reconciliación.

3)Porque conduce al odio, que es la forma más descomedida de violar la caridad, por el que buscamos la venganza y echamos fuego al resentimiento.

4)Porque ceba el orgullo.

5)Porque obstruye la justicia.

Pero hay una forma de ira no sólo lícita y justa, sino en ocasiones necesaria: la que, sujeta a la razón y en todo dominada por ella, persigue la aplicación del bien de la reparación y el castigo al mal, de la persona o cosa agraviante.

Esta última es la “ira per zelum”, racional y voluntaria, como fue la de Cristo expulsando a los mercaderes del Templo, que habían profanado la casa del Padre.

Escribió también el Aquinate que “el valiente hace uso de la ira en el ejercicio de su propio acto… porque el abalanzarse contra el mal es propio de la ira, y de ahí que pueda ésta entrar en inmediata cooperación con la fortaleza”.

En consecuencia y por ejemplo, enfadarse y luchar contra los conculcadores de la verdad, los corruptos y los hacedores del caos, contra los asesinos de inocentes indefensos, etc., es una actitud irreprochable, si la ira sostenida y gobernada por la inteligencia se mantiene en quicio y evita la iracundia.