jueves, agosto 30, 2007

¿Era Argentina?

Diario Crónica (Ed.Vespertina) - 09 de Enero de 1976.

LA PRESIDENTE HA DIRIGIDO UN MENSAJE AL PAÍS AL ENTREGAR HOY LOS SABLES A LOS SUBTENIENTES, GUARDIAMARINAS Y ALFÉRECES

Se efectuó ésta mañana en el Teatro Colón la ceremonia de entrega de sables y espadas a los nuevos subtenientes, guardiamarinas y alfereces, egresados en 1975 del colegio Militar de la Nación, de la Escuela Naval Militar y de la Escuela de Aviación Militar, respectivamente. Presidió la ceremonia la Señora María Estela Martínez de Perón, que arribó a las 9.30, siendo recibida en el ingreso al teatro por el Ministro de Defensa, Tomás Vottero, y el Intendente Municipal de la ciudad de Buenos Aires, José Embrióni. En el primer piso, la aguardaron los Comandantes Generales del Ejército, Teniente General Jorge R. Videla; de la Armada, Almirante Emilio E. Massera, y de la Fuerza Aérea, Brigadier Mayor Orlando Agosti, junto al Vicario Castrense, Monseñor Adolfo S. Tórtolo. Una vez ubicadas las autoridades y corrido el telón se ejecutó el Himno Nacional coreado por la concurrencia, y el Vicario Castrense bendijo los sables y espadas, señalando: "Nuestra ayuda está en el nombre del señor. Oh Señor de los Ejércitos, bendice estos sables a fin de que ellos sean siempre símbolo de poder, que sólo se usa para el sostenimiento del orden, de la justicia, del amor. En defensa de los derechos de la comunidad y los de la tradición histórica de nuestra nacionalidad. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Señor: Ten piedad de nosotros. Oremos: Dios es justicia, tu que sellaste las puertas del paraíso por medio de un ángel con espada de fuego, dígnate recibir un día a los que usen estos sables y espadas en tu nombre, para defensa de la patria revistando en el ejército de quien nos abrió con sus méritos la puerta de la gloria, Jesucristo Nuestro Señor".

De inmediato, la presidente de la nación inició la entrega de los sables y espadas y tuvo a su cargo las correspondientes a los becarios de países extranjeros y a los primeros de cada escalafón y promoción de los tres institutos militares. Así hizo entrega de los del subteniente Edwin A. Donaire Goch, del Ejército del Perú; del subteniente Carlos R. Jara González, de la Fuerza Aérea del paraguay, y de los argentinos, subteniente Eduardo H. Cundins, guardiamarina José L. Pérez Varela, alférez Omar J. Castillo, subteniente Joaquín G. Villar, guardiamarina Mario J. Lazo, subteniente Germán P. J. Tagni, guardiamarina Julio Stell y alférez Carlos A. Bartolomé. De inmediato el Ministro de Defensa entregó los sables y espadas de dos de cada uno de los egresados de los institutos y los comandantes generales a seis de cada una de las respectivas fuerzas, para proseguirse con la entrega por parte de otras autoridades militares.

El Mensaje Presidencial

Al culminar, mientras la banda ejecutaba una "Diana de Gloria", se anunció la palabra de la señora de Perón, la Jefa del Estado dijo: "Jóvenes Oficiales: en mi carácter de Comandante en Jefe de la Fuerzas Armadas cumplo con el trascendente deber de haceros entrega del arma que os confiere los atributos del mando. Iniciaréis un camino difícil, lleno de sacrificios, pero con una meta honrosa que justifica cada uno de los tramos y los resume a todos: la Defensa de la Patria. Tal vez, como pocas veces en la gloriosa historia argentina, estos conceptos dejan de ser un formalismo protocolar, para convertirse en norma y consigna, en cuyo acabado cumplimiento habéis empeñado el honor y la vida. El arma que os entrego es, a la vez, símbolo y realidad. Símbolo del mando, del coraje y de la lucha; realidad acuciante del enfrentamiento y de la victoria contra los enemigos de la patria. Os sumáis a un combate en el que defenderéis el acervo cultural que todos los argentinos han forjado a través de la historia; combate en el que se deciden en definitiva la persistencia de la doctrina de cristo, la vigencia de los valores y, principios por los que dieron su sangre muchas generaciones de argentinos".

En esta hora de lucha, es preciso que tengamos bien claro cuál es la realidad que enfrenta nuestra patria. Estamos siendo atacados y el ataque al que somos sometidos, en diversos frentes, va dirigido esencialmente a los cimientos de nuestra nacionalidad. Existe un frente económico en el que se intenta destruir nuestra capacidad de decisión para someternos a los dictados de grupos de intereses internos y sectarios aliados a los centros de poder económico y financiero internacional. Existe un frente político en el que se persigue quebrar los principios de unidad nacional con los que éste gobierno accedió al poder. Existe un frente moral en el que se pretende por la exaltación de un materialismo desenfrenado, socavar los valores éticos de conducta para con la sociedad y con la familia. Existe un frente psicológico en el que se busca confundir, desorientar y engañar al pueblo argentino, para quebrar el temple de su espíritu y la fe en su propio destino. Campañas sistemáticas con claros fines agresivos atacan la majestad de las instituciones del estado y lesionan el sentimiento de seguridad de los habitantes de la nación. Para ello se han usado todos los recursos, desde los medios de comunicación hasta el rumor sibilino e insidioso.

Finalmente, existe un FRENTE TERRORISTA, ateo, mercenario, inhumano y delirante, empeñado en trastocar nuestros principios y valores más esenciales, regando con sangre inocente nuestro suelo patrio. Es ésta la realidad subversiva en la que tendréis que desarrollar vuestra acción. Vosotros habéis elegido el camino de las armas, por ello combatiréis al enemigo en uno de sus frentes fundamentales y allí tendréis el honor de cumplir acabadamente con la misión que habéis decidido asumir. Pero es también mi misión, en mi carácter de Presidente de la Nación y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, aseguraros que no estaréis solos en esta lucha. Vosotros actuaréis en el frente militar con la eficiencia y valentía que siempre han distinguido en el mundo a las armas argentinas. El gobierno por su parte, actuará con firmeza y decisión en los restantes frentes, en los que el enemigo quiere destruirnos. Tenemos detrás nuestro, un pasado de gloria que defender, tenemos también un presente convulsionado que encauzar, y un futuro venturoso que realizar. Vosotros escucháis ahora mis palabras. Cuando en el futuro alcancéis la jerarquía que en vuestra carrera demuestra que os habéis dotado de experiencia y formación necesarias para los más altos niveles de la conducción militar podréis entonces discernir, con elevado criterio, si hemos sabido cumplir con el compromiso que contraemos con la historia.

Este mensaje no es sólo para vosotros, sino para todos los argentinos, pues cada uno debe sentirse, en su ámbito de responsabilidad, un soldado de la Patria. Soldados, cuyas armas deben ser la claridad ideológica, la insobornable honestidad, la prudencia de no escuchar provocaciones, la inteligencia de desoír los señuelos del enemigo, el coraje de colaborar con quienes, día a día, ofrendan sus vidas por la libertad, seguridad y el porvenir de nuestros hijos. A todos nos incumbe esta lucha. Solo cambia el campo de combate: para unos será el monte, para otros el aula, la fábrica o la oficina, pero nadie tiene derecho a sentirse ajeno o incrédulo. Y si así fuera, las jóvenes vidas de argentinos tronchadas resultarían un sacrificio estéril, un infame anatema sobre la conciencia de todos los argentinos. Vosotros sois el brazo armado de la Nación, pero todas las manos argentinas deben robustecer el poder de éste brazo para conferirle la fuerza del pueblo que es la fuerza de la historia. Jóvenes Oficiales: cada uno de vosotros sabe, con el alto grado de lucidez que la nación reclama, que defiende verdades sólidas como muros. Ante esas verdades no temblará jamás la mano que empuñe el arma que hoy recibiréis. El sacrificio y la entrega por el destino de la Patria constituyen una ofrenda sagrada que el pueblo argentino jamás olvidará. Marchad hacia la victoria con la protección de Dios, nuestro señor, que pido para todos vosotros. Muchas Gracias". Con el mensaje presidencial, culminó la ceremonia, abandonando luego el teatro la señora de Perón, a quién acompañaron autoridades nacionales y militares hasta la salida.