miércoles, enero 09, 2008

El Papa sale en defensa de la Iglesia

El Papa sale en defensa de la Iglesia española frente a los ataques de Zapatero

El Papa avala los mensajes de Rouco sobre la familia frente a Zapatero
JUAN VICENTE BOO. CORRESPONSAL. ROMA.
En su discurso a los 180 embajadores acreditados ante la Santa Sede, que forman un foro diplomático verdaderamente mundial, Benedicto XVI condenó ayer «los ataques preocupantes contra la integridad de la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer». El Papa no mencionó por su nombre a ningún país, pero no era necesario, pues el ataque legislativo más grave contra el matrimonio ha tenido lugar en España, y tanto la prensa italiana como la internacional han informado en los últimos diez días sobre el notorio éxito del encuentro de las familias en Madrid y la polémica desatada por el Gobierno.
El Santo Padre reforzó este mensaje en defensa de la familia sólo un día después de que el presidente Zapatero cargara contra los cardenales Rouco Varela y García-Gasco por sus declaraciones en el día de las familias. Zapatero elogió a monseñor Ricardo Blázquez, intentando así meter una cuña en la Iglesia española. Las palabras del Papa de ayer en el Vaticano cobran así una relevancia definitiva y se sitúan en el epicentro de la precampaña.
Tercer aviso
El serio aviso de ayer es el tercero que Benedicto XVI lanza en diez días en foros que no se limitan a España, sino que plantean el caso español en un foro internacional. El pasado 30 de noviembre, el Papa escogió el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro para dirigir su mensaje al encuentro de las familias en Madrid. En esa cita dominical, que se retransmite a todo el mundo, recordó que la familia «se funda en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer». Junto con esa referencia al fundamento de la familia, el Papa insistió en que «los padres tienen el derecho y la obligación fundamental de educar a sus hijos en la fe y en los valores que dignifican la existencia humana».
En su mensaje de primero de año, Benedicto XVI fue mucho más explícito sobre la gravedad del problema advirtiendo que «quien debilita a la familia pone en peligro la paz», no sólo la paz hogareña y la paz ciudadana, sino también la paz internacional.
En su análisis sobre la situación del mundo, el Papa constató que el clima de amor o de odio, de serenidad o de violencia, se aprende en el hogar. Según el Santo Padre, «la familia es la principal «agencia de paz», y la negación o incluso la mera restricción de los derechos de la familia, oscureciendo la verdad sobre la persona humana, amenaza los fundamentos de la paz».
Ante los embajadores
En ese cuadro de preocupación por el futuro del mundo y por el futuro de sociedades potencialmente conflictivas como es la española no es de extrañar que Benedicto XVI volviese ayer a mencionar el tema en su discurso a los 180 embajadores ante la Santa Sede, que representan a 176 países con relaciones diplomáticas plenas y cuatro entidades particulares: la UE, la OLP, la Orden de Malta y la Federación Rusa.
Entre los embajadores se nota con toda claridad la firme decisión de Benedicto XVI de no cejar en la defensa del matrimonio heterosexual como base de la familia y, por lo tanto, de la sociedad hasta que las aguas legislativas vuelvan a su cauce en los poquísimos países en que se han salido. El reciente éxito en la campaña contra la pena de muerte se une a otras batallas ganadas, como la abolición de la esclavitud en el pasado, o a otras actuales en las que se gana terreno, como es la defensa de la vida humana en sus comienzos.
El discurso del Papa se produce en un momento en que han arreciado en España las críticas del Gobierno y del PSOE contra la Iglesia tras la Fiesta de la Familia del 30 de diciembre. La estrategia de los socialistas tiene un marcado sesgo electoralista, en busca de los votos más radicales, tratando de resucitar de manera artificial la «cuestión religiosa», cuando ese es un asunto que parece superado para la mayoría de los españoles.
Zapatero, en los corrillos durante la Pascua Militar, dió un paso más en la estrategia que inició José Blanco un día después del éxito de la fiesta de las familias (se permitió recomendar a los obispos que crearan un partido político y que leyeran mejor la Biblia) e intentó además introducir una cuña entre los supuestos sectores de la Iglesia, que tendrían, a su entender, posiciones diferentes acerca de la política del Ejecutivo sobre la familia. Así, mostrando una gran falta de conocimiento de lo que es una institución como la Iglesia Católica, trató de enfrentar la postura de los prelados más relevantes dentro de la Iglesia, como si se tratara de un partido.
Frente a lo que considera «sensatez» del presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, opuso las palabras de los cardenales Rouco Varela y García Gasco, que expresaron de manera más clara sus críticas a la política del Gobierno durante sus intervenciones en el encuentro de las familias. Zapatero olvida que ningún obispo de la Iglesia española podrá nunca aplaudir medidas como el divorcio exprés, el llamado «matrimonio» entre homosexuales o decisiones que supongan privar a los padres del derecho que tienen a que sus hijos sean educados conforme a sus valores.
Benedicto XVI no va a entrar en polémica con el Gobierno, pero se siente en la obligación de recordar cuál es la postura de la Iglesia sobre una institución como la familia y denunciar los ataques que se han producido contra ella en algunos países, como España.
Además, las palabras del Papa resultan especialmente significativas cuando desde sectores de la izquierda (el PSOE, terminales mediáticas y organizaciones y «lobbies» de todo pelaje) se evidencia un incremento de la presión para aislar a la Iglesia. Algunos grupos presionan a la cúpula socialista para que si el PSOE vuelve a gobernar revise su relación con la Iglesia y se permitan el aborto libre y la eutanasia.