viernes, febrero 15, 2008

Jéróme Lejeume

POR MARTA NOCE.

Edit. “ Poco y Bueno “

Serie héroes.

DE LA CIENCIA AL HEROISMO.

“Como sabio biólogo, sintió pasión por la vida. En su campo fue una de las mayores autoridades mundiales. Diversos organismos lo invitaban a dar conferencias y le pedían consejos. Lo respetaban incluso quienes no compartían sus convicciones profundas…Que la verdad sobre la vida sea también fuente de fuerza espiritual para la familia del fallecido, para la Iglesia en París, para la Iglesia en Francia y para todos nosotros, a los que el profesor Lejeune ha dejado un testimonio verdaderamente resplandeciente de su vida como hombre y como cristiano “

Así lo expresa JUAN PABLO II en una conmovedora carta del 4 de abril de 1994 , día del funeral del profesor Jéróme Lejeume, primer presidente de la Pontificia Academia para la Vida. La nota del antecesor de BENEDICTO XVI , estaba dirigida al entonces arzobispo de la capital francesa, cardenal Jean- Marie Lustiger.

Se trata de uno de los padres de la genética moderna, también miembro de la Pontificia Academia de Ciencias, Médico, descubridor de la “ trisomía 21 “, el nombre y la explicación de la enfermedad que afecta a los chicos con Síndrome de Down, a los “ heridos de la inteligencia “, como él llamaba a quienes comúnmente se denomina “ mongólicos “. Abrió el conocimiento en su área, pues siguieron ,otros descubrimientos ; promovió, por ejemplo, el uso del ácido fólico para las mujeres embarazadas – que levantará bromas entre algunos llamados o auto llamados científicos, hoy tan aceptado…Y defendió la vida con todas sus energías. Cuando advirtió que ciertos médicos proponían matar el feto al detectar el Síndrome de Down, su esfuerzo se tornó titánico. La situación le costó dolores, fragmentaciones, mutaciones, pruebas que tomó con la serenidad de quien se sabe en el camino de la verdad.

“ No tengo dudas, abortar es matar a un ser humano, aunque el cadáver sea pequeño “, dijo nuestro protagonista, Claro, contundente ; así hablaba y actuaba quien puso la ciencia al servicio del hombre.

Francés ,ejemplar esposo y padre de cinco hijos ,con veinticinco nietos, doctor en medicina y ciencias, director de la Clínica Genética de Hospital Pediátrico de París y profesor de Genética Fundamental durante 20 años ( el más joven del país ), investigador prontamente reconocido, fue designado experto en su Patria en el comité científico de la ONU sobre el efecto de las radiaciones atómicas en los hombres descendientes, como consecuencia de la segunda guerra mundial…Era al principio cuando perecían florecer sólo elogios para sus esfuerzos al descifrar esos primeros pasos de la genética, por los que recibió varios premiso. Después, su defensa de la vida no nacida ensombreció su figura : quisieron “ cortarles “las alas …No pudieron con el luchador silencioso y firme, que sonría sonriente respetuoso, antes quienes “ pensaban distinto “, como él explicaba. “ No peleo contra los hombres, peleo contra las ideas ,decía. Y también reconocía : “ hay combates que librar. No siempre se ganan “….JUAN PABLO II, gran amigo de este servidor compenetrado con el amor a sus hermanos y sobre todo a los débiles, visitó su tumba cuando peregrino a París a agosto de 1979, en ocasión de la Jornada Mundial de la juventud. No temió las protestas de los grupos abortistas de esa nación europea frente a su tributo de quien sufrió, en carne propia, por defender la vida desde la concepción.

Repasaremos su fatigoso sendero por el que llegó a la Casa del Padre nada menos que un domingo de Pascua. Seguramente, nunca se pudo imaginar lo que ocurrió años después : aquella impactante ovación cuando el Cardenal Angelini, presidente emérito del Consejo Pontificito para la Pastoral de la Salud, que tanto había conocido, pidió la apertura de su proceso de beatificación en la inauguración de la X Asamblea General de la Academia Pontificia para la vida, que Lejeune presidió desde el inicio y por 33 días, los últimos de su existencia. “ El Papa ha hecho un acto de esperanza al nombrar a un moribundo “…llegó a decir Lejeune, en ese lapso. Había sido , y él lo sabía, un reconocimiento especial del Pontífice”.

Esa propuesta del Cardenal del 19 de febrero de 2004, “ fue acogida por el aplauso de pie de la asamblea, - tal como la describió Radio vaticano – y por el conmovedor abrazo que el purpurado dio a ala esposa del profesor Lejeune “ tras recordar su talla moral y espiritual, Angelini remarcó el “ heroísmo “ con el que el científico vivió su fe cristiana en profesión, que acompañó con la sencillez y la “ alegría de servir a la vida con plena dedicación y total desinterés “.

Un hombre humilde, que gustaba pasar desapercibido, a quienes hoy calificaríamos de bajo perfil. Una grande de la ciencia y de la vida, del amor en sus muchas facetas.

(Continuaremos con la 2da parte:” Su vida, Su Familia “ .El Director )