miércoles, julio 23, 2008

Respuesta breve a tres largas cartas

RESPUESTA BREVE A TRES LARGAS CARTAS
Desde hace unos días andan cabresteando por el ciberespacio tres copiosas misivas de intelectuales argentinos de izquierda .en defensa de la pareja presidencial. Entre los firmantes hay muchos nombres conocidos. Por ejemplo,  el terrorista reciclado H. Verbitsky, el funcionario Horacio González, el histórico David Viñas.  
 Como se trata de cartas “abiertas” cualquiera  puede darse por aludido y contestarlas. Es lo que vamos a hacer prescindiendo de la hojarasca y tratando de ir al meollo de la cuestión. Porque aquí lo que interesa, lo único de novedoso que las cartas tienen, es ese inédito afán de  unos intelectuales por defender a la pareja presidencial. El resto no es más que un muestrario muy conocido de las paupérrimas ideas de la izquierda tardía.
Si ello es así,  lo importante es ver lo que han salido a defender estos ignorados Quijotes en tan mal elegida oportunidad, justo cuando el “proyecto” kirchneriano comienza su singladura final. Prescindiendo de ello,  trataremos de entender a quienes y que cosa defienden estos intelectuales (Sin olvidar que unos cuantos de ellos son empleados del gobierno en cuyo auxilio acuden)
A QUIENES DEFIENDEN:
Por muy “crítico” – o sea, distante - que sea el apoyo que los firmantes de las Cartas prometan prestar, lo primero que ha de examinarse es la calidad de las personas defendidas.
Los Kirchner tuvieron una fugaz militancia revolucionaria. La abandonaron para refugiarse en el extremo sur argentino y durante todos los años del llamado Proceso se dedicaron al ejercicio de su profesión. No hay constancias de que jamás hayan prestado el más mínimo apoyo a sus compañeros prófugos ni hayan defendido a detenidos, ni ninguno de los actos que pudieran esperarse de un militante en serio. Los intelectuales firmantes ¿nunca se preguntaron sobre la sinceridad o el oportunismo de quienes actuaron así y hoy aparecen como los paladines de los “derechos humanos”? ¿Les da lo mismo defender a unos sinceros conmilitones que a unos arribistas que se aprovechan de la militancia que nunca ejercieron para sumar votos y prestigio?
Y por otra parte, ¿no es sugestiva la rapidez con que los Kirchner se hicieron ricos? ¿Creen estos intelectuales que es fácil, con el ejercicio limpio de una profesión, ganar tanto dinero? Y toda su actuación pública ¿no está jalonada de actos sospechosos, desde los millones que Cavallo le regaló a la provincia y ellos administraron sin rendir cuentas,  hasta la misteriosa bolsa de su “Ministra” de Economía y la no menos misteriosa valija venezolana, pasando por Skanska y otros avatares de su Ministro de Planificación?
Todo esto ¿no les dice a los firmantes nada?  Dan su apoyo “crítico” a  oportunistas y ladrones sin ninguna salvedad porque la “crítica” que se reservan se refiere a sus actos, no a sus personas. ¿Piensan los intelectuales que no importa lo que son sino lo que hacen? Creen, por lo visto, que personas que han sido toda su vida como son cambarán de pronto milagrosamente o que eso que son no influirá sobre su conducta actual o futura. ¿No es mucho creer?
QUE COSA DEFIENDEN.
Cuando se hace el inventario de lo que los intelectuales dicen defender, se encuentra uno con esto. A) La “política de derechos humanos”; B) Una “expresamente prometida” ley sobre los medios de difusión, la cual pondría fin a todos los desastres que a estos se les atribuyen; C) Una política de redistribución de la renta en beneficio de los más pobres.
Sucede que la “política de derechos humanos” de los Kirchner consiste esencialmente en negárselos a los “represores” y en comprar, con dinero de los contribuyentes, a las asociaciones encargadas de falsificar la memoria histórica. Baste recordar las groseras violaciones a los derechos de los encausados, la prolongación  de detenciones preventivas más allá de los plazos legales, la exclusión de la investigación a fondo de los crímenes de la triple A (Más allá del procesamiento de un par de perejiles para disimular esta gravísima falencia)
Es decir que el oportunismo  y el manejo desaprensivo de los dineros del Estado están aquí tan presentes como en la biografía de los Kirchner. Cosa que no debería sorprender a los intelectuales que se supone saben que nuestros actos están indisolublemente unidos a nuestro modo de ser.
En cuanto a la prometida ley sobre medios se ha convertido en una imposibilidad desde que los Kirchner perdieron el control del Parlamento. Pero aun si no fuera así, la conducta de los Kirchner con los medios de prensa ha sido – y no lo ignoran los intelectuales – de una prudencia lindante con la complicidad. Prórroga de concesiones, repartición de fondos oficiales de publicidad, etc. No parece inteligente confiar en la promesa presidencial. Tan claro es esto que ellos mismos se atajan, en una de las Cartas, diciendo:
“El gobierno nacional se ha comprometido públicamente a dar un decisivo paso adelante en esta materia. (Pero) nada garantiza que cinco minutos antes de la hora no opte por una legislación lavada, que deje sustancialmente las cosas como están, con algunos retoques técnicos”
(¿No parece, entonces, demasiado apoyo para tan poca garantía?)
Pero dentro de este capítulo de las cosas que defienden los Kirchner, el más trascendente es su “modelo económico-social”. Pues bien, tal modelo sencillamente no existe. La pareja presidencial convirtió las medidas de emergencia tomadas por Lavagna en remedio permanente. Como tal cosa no era viable las apuntaló mediante subsidios en una maraña que fue haciéndose cada vez más frondosa e inmanejable. El resultado inexorable de tal “sistema” fue el descontrol de los factores económicos y la aparición de una inflación difícil de contener.
Entonces surgió el gran descubrimiento, el máximo aporte de los Kirchner a la praxis y la teoría económica: a la inflación que no se podía doblegar, simplemente se la negó. Este recurso digno de un  escapado del Borda se desplazó pronto del Indice de Precios al Consumidor (IPC) a otras variables vinculadas como la cantidad de pobres e indigentes. Así el matrimonio imperial pudo anotarse otros “éxitos” basados en la misma – e increíble – hazaña: la mentira como factor económico.
La tragedia es, claro, que la mentira tiene las patas cortas y su carrera se terminó cuando hubo que afrontar mejoras  salariales. Según el gobierno, la inflación de 2007 había sido de 8,5 pero los incrementos pasaron en promedio el 20%. Milagros de la economía argentina dirigida por los Kirchner..
Pues bien, esto es lo que defienden los intelectuales. Y como lo de los medios es promesa no cumplida y ni como chiste de humor negro puede admitirse que defiendan el “sistema” económico vigente, lo único que queda es “la política de derechos humanos”.
La conclusión es, pues, lo que ya sabíamos antes de escribir estas líneas. Estos intelectuales viven, como ha vivido siempre la izquierda, del resentimiento. Y es su resentimiento por la derrota militar de 1976-78 lo que los mueve, lo único que los mueve. En pos de la menguada satisfacción de su odio no vacilan en aplaudir la destrucción del orden jurídico argentino y en apoyar un gobierno tan triste como el de la pareja presidencial. Lo cual sirve, de paso, para calificarlos a estos intelectuales, a estos docentes (muchos lo son) y para entender una de las causas por las que la educación argentina ha colapsado.
ANIBAL D’ANGELO RODRIGUEZ
Se ruega difundir