martes, agosto 19, 2008

Marsans

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EDITORIAL
Marsans

    Se puede ser inepto como administrador y, no obstante, haber sido compensado con aptitudes de otro tipo: por ejemplo, la de saber culpar a los demás por nuestro fracaso, y, sobre todo, la de no avergonzarnos ni sentirnos ruines al hacerlo. Los señores que, bajo el pomposo rédito de llamarse Grupo Marsans, administraron desde el año 2001 Aerolíneas Argentinas para desgracia de ésta, no supieron durante el lapso invertir en la empresa más que deudas propias y castizas frases huecas. Así les ha ido; o, mejor dicho, así le ha ido a Aerolíneas. Pero se les escuchó, hace días, hablar de sí mismos con una aprobación y del gobierno y los gremios argentinos con tal saña crítica que nada más queda saber por qué tardaron siete años en soltar la presa.
     Mientras tanto, la vaciaron hasta volverla un hazmerreír de impuntualidad y caos. Jamás invirtieron --al igual que otros grupos "inversores" que cantan loas al libre mercado-- otra cosa que su aptitud lobbysta para recibir préstamos de la banca internacional, poniendo como prenda los activos de la empresa que van a sanear. Si la aventura les sale bien, ostras y caviar. Si no, que pague la empresa.