martes, febrero 01, 2011

Todavía falta, pero se acerca el momento

Manuel Acuña para el Informador Público
Dentro de pocos días las cosas comenzarán a perfilarse con mayor claridad. La gente sabrá encontrar respuestas a los ataques televisivos del Ministro de la Corte Antonio Zaffaroni contra los medios periodísticos y, como no podía ser del otra manera, a una supuesta alianza conspirativa entre éstos y las fuerzas policiales para tratar de derrumbar a un gobierno que se cae solo. Seguramente con el transcurso de los días, el oficialismo sumará a otros sectores al supuesto complot -que de todos modos ya fue enunciado como inevitable- pero los hechos demostrarán que sólo un pequeño grupo identificado ideológicamente con un pasado lejano persistirá en la idea de la permanencia de Cristina Fernández de Kirchner en el ejercicio del poder para poder usufructuar esa circunstancia de corto plazo. Ya fracasó la idea de adjudicarle a la Fuerza Aérea una cierta corresponsabilidad en el contrabando de droga a España, que fue cargada en territorio argentino y anunciado su embarque a las más altas autoridades españolas por servicios de inteligencia extranjeros. La intervención de argentinos ex influyentes en la operación sólo la agravó y creó un estado de cosas que se complica minuto a minuto mientras Cristina viaja como si nada sucediera.
Entre tanto, aquí crecen las complicaciones a plazo fijo. Máximo está relacionado con el tema de la droga, cuya información se ampliará con el correr de las horas y, tal como lo anticipamos semanas atrás, deberá soportar la acción de la justicia, que lo pondrá preso, excepto que se negocie su libertad en un caso extremo e interrelacionado con el conjunto del problema. Aunque no fue específicamente el tema que determinó la renuncia del flamante jefe de la Policía Federal Argentina, éste debió señalarle a la ministro Garré que no podía cumplir sus funciones cuando los integrantes del poder político aparecían complicados en delitos de importancia que lo obligaban a denunciarlos y actuar en consecuencia. El comisario general Capdevila se encontró enfrentado a una realidad imposible de superar y optó por el único camino que le ofrecía su dignidad. El caso es que el mismo camino se abre para otros jefes a los que la Garré deberá ofrecerles el cargo, lo que inaugura una salida de difícil resolución, si no imposible. La prensa de ayer -la que Zaffaroni acusa de conspiradora- corroboró que Lázaro Báez aceptó que una de sus empresas deberá enfrentar un caso de millonaria evasión fiscal, pero el caso es que en la justicia obran suficientes antecedentes indicativos de que Máximo Kirchner no sería socio de Báez sino a la inversa, es decir, que Báez sería quien actuaría como testaferro de Néstor Kirchner, representado por su hijo Máximo, pero como su padre murió, ahora Báez pasa a ser socio de Cristina y sus hijos a partir de la sucesión del ex presidente muerto, lo que abre una serie de situaciones concatenadas entre sí que podrían derivar en uno de los escándalos más extraordinarios de la historia Argentina. Máximo no tiene la menor idea de lo que se le avecina, pero los fiscales y jueces sí, por lo que los plazos que se agotan, como lo mencionamos al comienzo, tienen más que estos asideros para generar una serie de situaciones de extrema gravedad.
Esto es así, porque el aparato empresario construido por Lázaro Báez, sustentado en el juego, que es uno de los caminos hacia el incremento del consumo de droga, abarca otros rubros de los que ahora Cristina pasa a ser socia, rubros que fueron montados a partir de anomalías legales que el autoritarismo de Néstor Carlos hizo posible pero que ahora están expuestos a la consideración de todos. Por cierto, el nombre de Lázaro Báez no es el único que está en danza y se sumará a otros que ya aparecieron.
El caso de la droga y el fantasma de Yabrán no es lo único que se derramará sobre la familia Kirchner y sobre los que la justicia extranjera ya les echó el ojo. De haber vivido Néstor y tal como lo anunció Eduardo Alberto Duhalde, el ex presidente ya estaría enjuiciado y comprometido en toda su amplitud el futuro político que pretendió construir, pero es tan aguda la degradación del oficialismo, la persona de la propia presidente de la República y la gravedad de su estado de salud, que todo hace suponer que las próximas semanas serán definitivas para dibujar el futuro de la Argentina; pero para lograrlo, habrá que orientar definitivamente los casos juridiciales pendientes, como el del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, al que “se dejó hacer” como premio al comportamiento que tuvo con un difícil caso de familia con los Kirchner.
Esto que dejamos dicho marca el nivel del razonamiento de la familia gobernante y de la ausencia de los límites morales que deben tener quienes ejercen el poder. Sobran los ejemplos; desde los falsos testigos utilizados para enjuiciar militares, miembros de las Fuerzas de Seguridad, policías y civiles, con el único objetivo de utilizar políticamente, podríamos repasar otros juicios no realizados por idénticos motivos, explorar casos insólitos de corrupción que por hoy no mencionamos y tendremos un escenario jamás conocido en la historia de la República, escenario que antes de los finales de este verano estará al rojo vivo y obligará a los políticos a expedirse como nunca lo hicieron.