miércoles, noviembre 16, 2011

AveMaría por Celine Dion y Ginamaría Hidalgo -

Envío número: 461 - 12 de noviembre de 2011 
 
El Avemaría cantado por dos voces excepcionales
Celine Dion y Ginamaría Hidalgo
De a poco nos acercamos a la Navidad, se puede sentir en el aire. Nadie sabe explicar por qué, pero todo el mundo siente que “algo está ocurriendo”. Los que tenemos fe sabemos bien que es el mismo Dios el que derrama este Espíritu en el mundo, haciéndonos sentir una vez más la Gracia de tener a Dios hecho Hombre, hecho Niño, entre nosotros.
Y para hacer más claro ese sentimiento, queremos hoy hacerles un doble regalo: dos distintas versiones del Avemaría. Una versión cantada con la perfección y la suavidad de Celine Dion, y la otra con la fuerza y la convicción de Ginamaría Hidalgo. Ambas despiertan en nosotros el deseo de tener al Niño aquí, de brazos de Su Madre. La Virgen, el puente que nos une a la Divinidad, elevada en el canto de estas dos extraordinarias voces al honor de aquella que fue digna de la más Alta Gracia, la de ser Madre del Salvador.
Para escuchar el Avemaría en la voz de Celine Dion HAGA CLICK AQUÍ
Para prepararnos en el Camino a Belén, les compartimos esta meditación que nos abre al momento más feliz del año
 
¡Camina a Belén!
 
Mi esposa escribió, en momentos de dolor y sufrimiento, estas palabras de consuelo:
 
Si la incomprensión te pesa, camina a Belén.
Si la soledad te acompaña, camina a Belén.
Si la tribulación y el dolor inundan tu corazón, camina a Belén.
Si te sientes derrotado y el mundo te ha traicionado, camina a Belén,
porque allí se encuentra el Niño que para ti ha nacido,
y desde Su pobre cuna te muestra que viene a derrotar toda tristeza,
y darte una vida nueva,
para que en tu corazón siempre florezca el amor y la paz verdadera.
 
¡Oh Belén que en todos los corazones Jesús te quiere poner!
 
Hoy quiero meditar estas palabras, frase por frase, en la Luz de la Navidad que Jesús quiere poner en nuestras almas, para mejor preparación de nuestro corazón a la Venida del Niño que tanto esperamos.
 
Si la incomprensión te pesa, camina a Belén.
 
María caminaba en silencio, incomprendida por el mundo, y sin poder explicarle a la gente cual era la realidad que realmente la llenaba de gozo, y de dolor. El gozo y el dolor eran como un ramo de hermosas rosas que perfumaban su alma, pero llenas de espinas que hacían difícil tomarlas con las manos sin lastimarse. ¿Cómo borrar esa incomprensión sin decir que el Dios de lo alto había anidado en su Vientre? Las habladurías, las críticas de los familiares, las miradas esquivas, ¡cómo dolían en su alma! El silencio fue siempre el compañero fiel de María, por eso Ella caminó a Belén simplemente guardando estas cosas en su Corazón.
 
Si la soledad te acompaña, camina a Belén.
 
José y el burrito iban con Ella, y sin embargo la soledad la envolvía con más dureza que el frío del camino. José la miraba con palabras de consuelo, tratando de no mostrar el dolor que laceraba su interior. María estaba acompañada por la hermana soledad, esa amiga que se empeña en unirse a nosotros cuando más necesitaríamos el calor del mundo, las miradas comprensivas, los abrazos de bienvenida, el aceptar sin preguntar, el confiar sin saber. La hermana soledad nos llama entonces a cerrar los ojos y a ir de su mano por los estrechos senderos de nuestra alma, al encuentro del que nos espera en Su cuna de Belén.
 
Si la tribulación y el dolor inundan tu corazón, camina a Belén.
 
María, portadora en su vientre del más maravilloso Tesoro que jamás pudiera haber existido, fue rechazada como si fuera una molestia, un motivo de distracción para los que gozaban del calor de las posadas, de los hogares donde acudieron por ayuda. José estaba en su pueblo, en su Belén, y sin embargo no fue escuchado por sus propios familiares o amigos. ¡Cuánto dolor y tristeza hizo nido en los corazones de estas purísimas almas! Pero María sabía que el sufrimiento, cuando es extremo, anuncia la cercanía de grandes Gracias. ¡Ella, Nuestra Señora de la Alta Gracia, la Gracia de ser Madre del Salvador!
 
Si te sientes derrotado y el mundo te ha traicionado, camina a Belén,
porque allí se encuentra el Niño que para ti ha nacido,
y desde Su pobre cuna te muestra que viene a derrotar toda tristeza,
y darte una vida nueva,
para que en tu corazón siempre florezca el amor y la paz verdadera.
 
El estallido de dolor ante la traición de los cercanos, y de los lejanos, y el fracaso ante los ojos del mundo, fue reemplazado por un estallido de Gloria. María vio esos Ojos que la miraban desde un montoncito de paja y polvo, y comprendió que todo había tenido sentido, como anticipando la Cruz que como espada iba a atravesar su Corazón, pero también viendo las puertas del Reino de Dios que se abrirían ante la reconciliación de Dios con Su Criatura. María vio como el camino a Belén derrotó los dolores del mundo e invitó a la Gloria de los angeles que nos cantan a nosotros aún hoy sobre la “paz a los hombres de buena voluntad, a los que verdaderamente aman al Señor”.
 
¡Oh Belén que en todos los corazones Jesús te quiere poner!
 
Ayer, hoy y siempre, la humildad de Belén es puesta por Jesús en nuestro pesebre interior, nuestro corazón. Como lo hizo María, El espera de nosotros obediencia heroica, humildad en el silencio, entrega en el dolor, aceptar sin comprender, caminar sin ver el camino, oración aún cuando duela, caminar aunque las piedras traspasen nuestros pies. Belén está delante nuestro, fulgurante, majestuosa, aunque escondida a los ojos del mundo.
 
Ese es nuestro secreto, compartido con María. Belén, nuestra Belen Celestial, en la que el Niño por nacer nos espera. Hermano, hermana, no mires atrás.
 
¡Sólo camina a Belén!
 
     
Gracia Plena
www.reinadelcielo.org