viernes, mayo 24, 2013

[condor-nacional] ¿ LA CONTRA-REVOLUCIÓN FRANCESA ?

¿ESTÁ NACIENDO LA CONTRA-REVOLUCIÓN FRANCESA?


Elocuente portada de Le Point del 18 IV 13.
¿Estará naciendo una Contra-revolución
de amplitud similar y en sentido opuesto
a la agotada Revolución de 1789?
Hasta no hace mucho, la Revolución que devasta el Occidente cristiano avanzaba con suma cautela, evitando cuanto posible reacciones en la población que escapasen a su control, y pudiesen comprometer el éxito de su marcha hacia la utopía igualitaria y anárquica.
Pero ahora, esa cautela parece haber quedado atrás: a medida que una marea conservadora se afianza por todas partes, las fuerzas revolucionarias parecen haber optado por atropellar sin miramientos a la opinión pública, buscando imponerse por la vía de los hechos consumados.
Es lo que vemos en países como Venezuela, Argentina, Brasil, Colombia o Uruguay, donde gobiernos y parlamentos implementan leyes y políticas anticristianas cada vez más despóticas, sobre todo en materia de familia —blanco central de la actual revolución cultural—, pero también en terrenos como el cercenamiento a la propiedad privada, las “negociaciones de paz” con las FARC en Colombia, etc. Y lo hacen pasando por encima del sentir de las mayorías y del propio estado de derecho.

Socialistas, los “victoriosos”... vencidos

El caso más resonante de ese atropello se dio a fines de abril en Francia, al aprobarse un proyecto legislativo de “matrimonio” entre personas del mismo sexo, impulsado por el gobierno socialista. Las encuestas revelaban que una mayoría de franceses rechaza esa absurda parodia matrimonial. Y las impresionantes movilizaciones de protesta realizadas en París el 13 de enero y el 24 de marzo pasados (esta última sumó 1,4 millón de personas, y fue la mayor manifestación pública de la historia de Francia) y en muchas otras ciudades, fueron la imagen visible de esa tendencia.
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La gigantesca protesta del 23 de marzo: la mayor manifestación de la historia de Francia.


Conscientes de su falta de apoyo ciudadano, y para evitar que el rechazo popular al proyecto creciera hasta volverse incontenible, el gobierno socialista y la Asamblea Nacional (Parlamento) dominada por la izquierda optaron cínicamente por adelantar en un mes la votación parlamentaria, prevista para fines de mayo. Así, el día 23 de abril el proyecto fue votado y aprobado, ante la protesta de una multitud calculada en 200 mil personas.

Mientras los parlamentarios de la izquierda festejaban la votación gritando frenéticamente “¡igualdad! ¡igualdad!” con aplausos rítmicos, desde las galerías un grupo de jóvenes interrumpió el sabbat revolucionario desplegando una bandera blanca con la palabra “Referéndum”Entonces el Presidente de la Asamblea, el socialista Claude Bartolone, fuera de sí ordenó a gritos: “¡Saquen de aquí a esos enemigos de la democracia (sic!), ellos no tienen derecho de estar aquí!” [1]. Como se ve, la “democracia” socialista consiste en acallar a los que piden democracia de verdad.
Esta bofetada al sentimiento popular, por pura y ciega obstinación ideológica, le costó caro a la izquierda. Los socialistas salen de su “victoria”... vencidos. La aprobación al gobierno Hollande se desploma de manera “inexorable”: en abril cayó hasta el 25%, “el índice más bajo jamás alcanzado por un presidente en la V República”, mientras el rechazo a su gestión trepó hasta el 74% [2] [3].

Un nuevo e histórico fenómeno de opinión

Esos números no indican apenas una coyuntura política. Ellos corresponden a un nuevo y extraordinario fenómeno de opinión, que toca en el fondo de los espíritus y se extiende por toda Francia. Es un estado de resistencia activa a la ofensiva revolucionaria, presentando cuatro notas inéditas: 1) una raíz idelológico-religiosa; 2) sus protagonistas son jóvenes, tanto matrimonios como solteros de ambos sexos; 3) su estrategia es innovadora y eficiente; 4) tienecarácter irreversible.
En las semanas previas a la aprobación del proyecto, multitudinarias manifestaciones de rechazo ocurrieron en ciudades de toda Francia, siendo las más importantes las ya mencionadas en París. La próxima será el 26 de mayo, Día de la Madre en Francia, y posiblemente congregará aún más gente.
A la par de esas demostraciones, las calles de París y las principales ciudades del interior eran escenario de constantes manifestaciones-relámpago de grupos reducidos, que desconcertaban a la policía. La estrategia consistía en que, en puntos diferentes de la ciudad, bloques de una veintena de jóvenes interrumpieran el tráfico durante algunos minutos, coreando alegremente dichos chispeantes como uno dirigido al presidente Hollande: “Touche pas au mariage,/ occupes toi du chômage”, (“no toques al matrimonio, ocúpate del desempleo”). Al llegar la policía se dispersaban velozmente y reaparecían de inmediato en otro punto, combinado sobre la marcha por celular-internet. Algunos de esos grupos eran de ciclistas, que convergían en un lugar predeterminado —por ejemplo el puente de Los Inválidos—, se sentaban en la pista formando una barrera con sus bicicletas, lanzaban sus proclamas y cánticos y partían enseguida, a veces aplaudidos por los automovilistas.
Con la policía desbordada por este “juego de escondidas” de varios grupos actuando simultáneamente en París, el ministro de Interior Manuel Valls ordenó dispersarlos con gas lacrimógeno a destajo. Represalia inútil: rápidamente su orden fue ridiculizada, y se pasó a llamarlo “Manuel Gas”.
En materia de estrategias novedosas, cabe destacar los bien organizados “comités de recepción” al presidente Hollande y sus ministros. En todos los actos públicos a que estos asistían, eran recibidos por grupos de jóvenes con cánticos, abucheos y eslóganes muy bien escogidos —la graciosa y fulgurante chispa francesa no podía estar ausente—, al punto que el mandatario y sus ministros, humillados y atemorizados, se vieron obligados a cancelar varias apariciones públicas.
También se realizan “sit-in” de protesta nocturnos: vigilias con velas, cánticos religiosos o patrióticos y rezo del Rosario, realizados durante algunas horas en lugares simbólicos como los jardines de Luxembourg o del Louvre. Tales acciones continúan hasta hoy, aunque en muchos casos son duramente reprimidas por la CRS (tropa de asalto). El saldo de esa represión ha sido cientos de manifestantes arrestados diariamente, varios de ellos heridos (incluso sacerdotes y niños), sólo por protestar pacíficamente. Indignado por ese abuso, Tugdual Derville, uno de los principales voceros de las protestas, desafió: “¿Cuántos autos incendiados? ¡Cuántos vidrios rotos? ¡Ninguno!”. La propia policía comenzó a expresar su malestar: algunos efectivos incluso se animaron a felicitar a los estudiantes por su valentía, lamentaban arrestarlos, y se quejaban de estar siendo utilizados políticamente: “Sentimos vergüenza de hacer lo que estamos haciendo” [4].
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El protagonismo de los jóvenes, la gran novedad: “encantados de protestar", ellos conforman "una juventud conservadora, orgullosa de sus valores”.


Otra estrategia publicitaria es el llamado “balcón para todos”, aplicado en varias ciudades: en los balcones de las residencias penden una multitud de fajas y banderas iguales a las que los manifestantes llevan por las calles Ver por ejemplo: [5], formando un vistoso espectáculo.

Sería largo referir el extraordinario ímpetu de una población que se siente maltratada por un poder político que, a menos de un año de haber asumido, se ha divorciado tan rápida y drásticamente de los ciudadanos, ignorando sus expectativas y reclamos. Un buen “sismógrafo” para medir ese estado de resistencia es el hecho de que 15 mil alcaldes (¡¡sí, como se lee – 15 mil!!) ya han declarado su negativa formal a celebrar en sus jurisdicciones “matrimonios” civiles entre personas del mismo sexo. El propio diario “Le Monde”, afín al gobierno, comenta que a quien quiera conocer hacia dónde va el país le basta poner en un buscador de Internet dos palabras: “Hollande dimisión” [6]. El comentario más difundido es: la izquierda perdió la juventud, perdió la calle, perdió al pueblo... y perdió la brújula.

Los católicos, a la cabeza de la “derechización” de la sociedad

Aunque la ley nefanda ya fue aprobada, la población no se da por vencida y las protestas redoblan. Incluso ahora, cuando los estudiantes veillants (participantes de las vigilias de protesta) han entrado en período de exámenes, sus propias madres los sustituyen en la protesta. Son las llamadas “mères veilleuses”(madres en vigilia), que por un juego de palabras el público convierte en“merveilleuses” (maravillosas) [7].
La participación de familias en las protestas indica que la sociedad como un todo se siente involucrada en ellas, y que el francés medio se ha desplazado del centro hacia la derecha: estamos ante “la emergencia de una generación conservadora orgullosa de sus valores, que está encantada difundiéndolos ruidosamente, en la calle ... Abundan los grupos de familias jóvenes, católicas en su mayoría, acompañadas de bandas de jóvenes encantados de protestar” [8]. Son sectores que nunca antes fueron contestatarios pero que ahora “descubren el perfume particular de la insurrección [9].
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“Abundan los grupos de familias jóvenes, católicas en su mayoría”.



En este frente, la presencia católica es determinante. Y esto tiene un alcance incalculable. El sitio “Boulevard Voltaire” traza el perfil de los contestatarios:“Estos resistentes son... ¡católicos! ...Ellos comienzan a comprender el fracaso de un liberalismo que ha enloquecido; ellos buscan crear otra cosa, y no cristianizar el socialismo. Se trata de familias, y sobre todo de jóvenes” que “han salido a la calle para decir «basta» a los destructores de la sociedad” [10]. Otro sitio completa: son personas “de alto nivel espiritual y dogmático, seguros de su fe y de su sangre por la cual corren 1500 años de Francia, y conscientes de los deberes que esta herencia contiene” [11]. Uno de los jóvenes “en vigilia” explica por qué están allí: “somos la luz y la sal del mundo: somos católicos franceses y nada nos podrá hacer vacilar” [12].

La revista del Episcopado francés, “La Croix” —que ha tomado una posición ambigua y concesiva en el caso— se alarma por la polarización creada: explica que para la izquierda, “retroceder es imposible, sería renegar de sí misma”; y como los católicos conforman la “mayoría hostil al proyecto”, el vigor de su resistencia hace que se hable incluso de “amenaza de una «guerra civil». Comentario impensable hasta muy poco tiempo atrás [13].

Un “despertar” contrarrevolucionario, tal vez irreversible

En artículos posteriores mostraremos otros aspectos de este apasionante fenómeno de opinión, que tiene su punta de lanza en Francia (y que los medios peruanos de desinformación esconden cuanto pueden). Así lo define el conocido periodista Ivan Rioufol:
“La izquierda se frota los ojos. ¡Ella fue despojada de lo que le era más querido!. Ella no vio venir, en efecto, la nueva indignación popular. Ella, que tanto ha adulado a la juventud, descubre, estupefacta, estos indignados que le dan las espaldas: miles de jóvenes desafían el poder establecido, rechazando su proyecto de “matrimonio” y de adopción para los homosexuales. (...)
“Por otro lado, la izquierda no comprende nada de lo que pasa: “Ella sólo ve en los manifestantes a «extremistas», «ultras», «exaltados», «homófobos» (...) Esta grosera demonización deja de lado lo esencial: lo que está llegando es el despertar de una juventud ... que sigue un sentido opuesto a la herencia de la vieja sociedad que toca a su fin: la de los adeptos de mayo de 1968, y de su ideología relativista de lo «políticamente correcto».
De aquel legado revolucionario, estos jóvenes “rechazan todo, comenzando por su desprecio por la familia, la nación, la cultura. Hace ya varios años que los sondeos de opinión han identificado ese nuevo perfil de la juventud, que se inscribe en una reacción a 40 años de desastres ideológicos: ella quiere, de ahora en adelante, escribir una nueva Historia [14].
El ciclo de la Revolución Francesa se agotó, y la “nueva historia” que comienza a escribirse parece ser un acontecimiento exactamente opuesto, el nacimiento de una Contra-Revolución Francesa, con un potencial de propagación formidable debido a la irradiación cultural que Francia conserva hasta hoy.

Alejandro Ezcurra Naón