lunes, julio 22, 2013

Milani en el futuro del cristinismo – Por Carlos Manuel Acuña

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Milani en el futuro del cristinismo – Por Carlos Manuel Acuña

¿Alguien se acuerda de lo que ocurría en ese entonces, cuando la guerrilla urbana quedó a cargo de los montoneros y la rural del ERP? ¿Por qué todos los políticos perdieron la memoria acerca de ese trágico pasado?
La designación del general César Milani irrumpió en el escenario político precedido por una campaña que lo mostraba como el hombre fuerte del conjunto militar del país y, sin sutilezas, se afirmó públicamente que su poder gravitaba en las restantes Fuerzas Armadas, con una extensión a las Fuerzas de Seguridad y dueño de un aparato de inteligencia que añadía capacidades adicionales que llegarían al control político. Ningún representante de este cuestionado sector de la vida pública nacional abrió la boca para oponerse a este nombramiento y por lo contrario se inició la búsqueda de contactos y amistades. Más aún, los siempre misteriosos comentarios sobre el mundo de la inteligencia acotaron noticias y comentarios acerca del poder económico del nuevo jefe del Ejército, tema que llegaba acompañado de rumores de un proyecto para repotenciar a las disueltas instituciones militares Sin embargo, fue suficiente que desde los habituales cenáculos del activismo de izquierda se diera la voz de alarma por el pasado del joven subteniente recién recibido y destinado al frente de guerra en la selva tucumana, para que se desate una campaña reverdecedora de la lucha antisubversiva de los setenta. La histeria político partidaria no perdió la oportunidad para destacar este detalle pero sin reparar en los verdaderos alcances del papel que podría desempeñar este militar amigo y defendido por Horacio Verbitsky en la emergencia que lo habían colocado las circunstancias. ¿Pensó Cristina en la situación que había creado con la selección que hizo en el Ejército o sólo actuó por un impulso acorde con su estilo cargado de sorpresas? Pocos se plantearon esta inquietud y nadie relacionó la promovida aparición del general cordobés con el grave escenario electoral que enfrenta el oficialismo. El tema, tratado por la presidente y el general mereció la promesa de este último en el sentido de que podría controlar el escenario institucional si llegaba el momento de ejercer la fuerza para conservar el poder. Así llegó Milani a la jefatura del Estado Mayor del Ejército.
Poco a poco creció la confusión hasta los niveles clásicos y surgieron novedades en las que pocos habían pensado. Por ejemplo, el parentesco del flamante Jefe del Estado Mayor Conjunto, general de brigada Luis María Carena, con el poderoso secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos Zannini, el ideólogo maoísta convertido en consejero principal de Cristina. Para colmo, en los hechos Carena es subalterno de Milani pero ocupa un puesto jerárquicamente superior, detalle que agrega más elementos para la reflexión y la inquietud. Poco a poco la imagen de Milani comenzó a vapulearse cuando se difundieron lo que todo el mundo sabía: la vinculación económica que lo relacionaba con la ex Secretaria de Seguridad, Nilda Garré, figura representativa del setentismo a quien por cierto, no se investiga ni investigará. Ahora está en tela de juicio el patrimonio personal del general Milani pero como clara expresión de la descendida moral instalada en el campo militar de la Nación, no se plantearon cuestiones de honor ni Milani hizo gesto alguno -al menos todavía- para explicar lo que ahora se le cuestiona. En el Congreso los legisladores están agitados pero centran sus interrogantes en lo que se ha convertido en un tema central: el rol desempeñado por el joven subteniente César Milani, cuando cumplía órdenes impartidas por un gobierno constitucional, Justicialista por añadidura y bajo el mando de un prestigioso general -Acdel Vilas- que tenía simpatía por esta corriente política. ¿Alguien se acuerda de lo que ocurría en ese entonces, cuando la guerrilla urbana quedó a cargo de los montoneros y la rural del ERP? ¿Por qué todos los políticos perdieron la memoria acerca de ese trágico pasado histórico plenamente relatado, recopilado y fotografiado? Obviamente, el olvido caracteriza la decadencia y ésta es la única explicación que con benevolencia podemos instrumentar.
Entonces, vamos a destacar que una vez más nuestros políticos viven al margen de la realidad y que en esto se parecen bastante a lo sucede dentro de la cabeza de Cristina, pero lo que nadie imagina es que la Presidente tiene a Milani como la última carta para mantenerse en el poder cuando el Frente para la Victoria pierda las elecciones de este año y el 2015 se convierta en algo difuso y lejano. Imaginemos lo que sucederá cuando el cristinismo pierda en Buenos Aires, en la Capital Federal, en Santa Fe, Córdoba, Mendoza y en otros distritos. La derrota podrá venir acompañada por agitados reclamos sociales no exentos de violencia y Cristina lo sabe. Lo que falta dilucidar es como instrumentará la permanencia en el poder, como superará la división que también alcanza a la izquierda y otro detalle fundamental que dejamos a modo de interrogante que podremos contestar un poco más adelante: ¿Le responderá el Ejército a César Milani? Mientras tanto, Verbitsky duda en terminar de hacer sus valijas o guardarlas hasta que el horizonte político le ofrezca nuevas posibilidades.
Fuente: http://site.informadorpublico.com