miércoles, octubre 16, 2013

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Discurso de homenaje a las víctimas del terrorismo



“Memoria, verdad y justicia”. Tal es la consigna de la mentira más descarada y oprobiosa del kirchnerismo a lo largo de esta verdadera década robada, pero también es el slogan más exitoso con el que los lobos se supieron disfrazar de corderos. Cuando el llamado “relato” caiga por completo −porque ya está en caída libre−, nuestra misión será la más compleja de todas: despolitizar los derechos humanos y devolverles el sentido humanitario que han perdido por completo tras la monopolización de éstos por parte del gobierno y por parte de grupos extremistas de izquierda.
“Memoria, verdad y justicia”. Emblema de la hipocresía gubernamental. Símbolo del engaño desfachatado. Estandarte que algunos vivos levantaron al solo efecto de amasar votos. Bandera bajo la que se escondieron corruptos varios y en nombre de la cual se cansaron de robarle al pueblo, sin que nadie se animara a cuestionarles nada.
Hoy, en esta plaza, como ya lo hemos hecho años anteriores, decimos que no creemos en la “memoria, verdad y justicia” del gobierno, sencillamente porque la “memoria” que se nos ha impuesto es antojadiza; la “verdad”, única e incuestionable del relato setentista oficial, al ser a medias es peor que una mentira; y la Justicia, parcializada y manoseada por intereses políticos, se ha convertido en un mero instrumento de venganza.
En esta plaza recordamos a las miles de víctimas del terrorismo que atacó a nuestra Patria en los años ‘60 y ‘70. Militares y civiles; niños y ancianos; hombres y mujeres; empresarios y obreros. Víctimas de la locura política; víctimas del fundamentalismo ideológico. Huella de tristes y oscuros tiempos que el pueblo argentino vivió, a pesar de que algunos caricaturistas de la historia y empresarios de los “derechos humanos” hoy pretendan hacer desaparecer de la memoria a tantas vidas ultrajadas.
No temamos decirlo. Hoy conmemoramos a quienes han sido doblemente víctimas. Víctimas primero, de balas asesinas o de bombas mortíferas; víctimas después, del monopolio del pasado que detenta este gobierno, que ha puesto en marcha desde el 2003 hasta la fecha un plan sistemático de desaparición de personas de la historia argentina. No temamos decirlo. Las víctimas del terrorismo han sido desaparecidas de la dimensión pública, por obra y gracia de quienes pretenden controlar el presente y el futuro a través del pasado. George Orwell lo decía con insuperable claridad: “Quien controla el presente, controla el pasado; y quien controla el pasado, controla el futuro”. Y de eso se ha tratado, en rigor de verdad, la mal llamada “política de derechos humanos” del kirchnerismo: de un anacronismo insoportable, plagado de olvidos deliberados e inventos ideologizados, que sirvió al poder político para mantenernos muy ocupados respecto del pasado, y muy distraídos respecto del presente.
En esta plaza recordamos y conmemoramos. Les damos visibilidad pública a las víctimas del terrorismo. Las hacemos aparecer, al menos por algunos minutos, en la superficie de lo público. Pero también denunciamos. No mantenemos una actitud pasiva; nuestra actitud es y debe ser activa. Señalemos públicamente a quienes se han aprovechado del dolor ajeno para recolectar votos. Escrachamos a quienes dibujaron una historieta sobre sí mismos, como Néstor y Cristina Kirchner, que mientras la sangre se derramaba en la Argentina, ellos amasaban fortunas en calidad de usureros y hoy pretenden hacernos creer otra cosa. Escrachamos a quienes se hicieron millonarios a costa del dolor, metiendo sus manos en el erario público, como Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender. Señalamos a quienes continúan llenando de basura la cabeza de los jóvenes, como el ex montonero Juan Carlos Dante Gullo, que les hace creer a los pibes de La Cámpora que ellos representan la continuidad ideológica de la organización terrorista que Gullo integró.
En esta plaza recordamos a las víctimas del terrorismo, denunciamos a los mercaderes del dolor, pero también apostamos a la concordia de los argentinos, con miras a cerrar definitivamente las heridas del pasado y poder mirar al futuro. Debo aclarar que yo no soy víctima del terrorismo ni mi familia lo ha sido. Por mi edad, tampoco he vivido la violenta década del ´70. Pero de lo que sí he sido víctima, es de esta suerte de túnel del tiempo en el que se nos ha obligado crecer a los jóvenes, anclándonos en un complejo de odios y rencores impuestos por quienes sacan provecho del dolor ajeno.
Propongo entonces que desechemos la “memoria, verdad y justicia” del kirchnerismo, para empezar a hablar de “historia, concordia y justicia imparcial”. Solo así nuestras víctimas del terrorismo tendrán el lugar que merecen en la historia, y su sangre no habrá sido derramada en vano.
La Prensa Popular | Edición 240 | Viernes 11 de Octubre de 2013