martes, enero 31, 2017

Relaciones EE.UU.-México De la humillación en El Álamo al muro de Trump: historia de dos vecinos mal avenidos

La competencia por los puestos de trabajo y la inmigración tensan en la actualidad una relación salpicada de conflictos
Recreación de la batalla de El Álamo
Recreación de la batalla de El Álamo
La orden de Donald Trump de levantar el prometido muro en la frontera con México, así como su visión restrictiva de la política migratoria, abren un nuevo capítulo en la tortuosa historia de amor y odio entre ambos países. Desde que los mexicanos lograran su independencia en 1821, las relaciones de estos dos vecinos han oscilado entre el conflicto y la colaboración, en función de las circunstancias.
La humillante derrota en El Álamo sufrida por los rebeldes texanos a manos de las tropas del presidente mexicano, Antonio López de Santa Anna, es uno de los episodios más conocidos, pero la tensión a lo largo de la frontera -con una guerra entre 1846 y 1848 y la participación estadounidense en la Revolución mexicana incluidas- se ha mantenido a lo largo de los siglos.
Por eso la firma en 1992 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), por el que México, EE.UU. y Canadá eliminaban las tarifas arencelarias, fue un hito sin precedentes, que propición la integración económica de la región.
Gracias a este acuerdo, que ha permitido a México acceder sin trabas al mercado estadounidense, el mayor del mundo, el país azteca ha experimentado una transformación radical de su economía, ahora más orientada al exterior y a la venta de productos manufacturados, en lugar de bienes primarios.
Tras la entrada en vigor del Nafta en 1994, las exportaciones pasaron en solo seis años de suponer el 16% del PIB real mexicano al 35,1%. En concreto, las ventas a EE.UU. se han multiplicado por seis con el libre comercio, una transformación que ha llevado a reorientar el empleo hacia el comercio exterior. El cambio se ha dejado notar en el PIB mexicano, que en dos décadas aumentó más del doble.
En EE.UU. el tratado también ha tenido un impacto claro, aunque menor, dado el tamaño de su economía. Las exportaciones a México se han cuadruplicado desde 1994 y este país es el segundo destino de sus productos, solo detrás de Canadá. En el lado negativo, hay estudios que indican que con el Nafta la industria automovilística estadounidense ha perdido 350.000 empleos desde 1994, mientras que en el sector en México se han disparado de 120.000 a 550.000.

Tierra prometida para los mexicanos

Con todo, EE.UU. continúa siendo para muchos mexicanos una tierra prometida de oportunidades de prosperidad y México es el principal país de origen de la población inmigrante. En 2015, casi 106.000 mexicanos se naturalizaron como ciudadanos estadounidenses, según los datos del Departamento de Seguridad Interior.
Sin embargo, el flujo de inmigrantes hacia su vecino del norte se ha ido frenando. Mientras que entre 1995 y 2000 emigraron a EE.UU. tres millones de mexicanos, de 2005 a 2010 lo hicieron 1.4 millones y de 2009 a 2014 solo 870.000. Es más, en ese último quinquenio, fueron más los mexicanos que regresaron a su país, en torno a un millón, que los que salieron a EE.UU., según un estudio del centro Pew. En consecuencia, el número total de inmigrantes mexicanos se redujo de 12,8 millones en 2007 a 11,7 en 2014. En el caso de los irregulares, cayó en esos años desde 6,9 a 5,6 millones.
La política migratoria de EE.UU. ha sufrido vaivenes a lo largo de la historia. Obama anunció en 2014 una regularización de indocumentados masiva, que dos años después el Tribunal Supremo tumbó. Sin embargo, la suya no fue la primera medida de este tipo. El republicano Ronald Reagan, lejos de erigir una muralla, regularizó en 1986 a tres millones de inmigrantes.