viernes, abril 27, 2018

              HECHOS Y CIFRAS DEL ABORTO

                                   

           
            El solo buen sentido indica que –a menos que surjan accidentes naturales o artificiales que lo impidan- un ovocito fecundado se transforma, al cabo del período gestacional, en un niño que es persona humana tanto desde el punto de vista biológico como jurídico. Pero la Naturaleza agrega un dato objetivo que obliga a ser leído con seriedad: apenas el primero de millones de espermatozoides penetra en el ovocito maduro que la mujer deposita en la Trompa de Falopio durante un ciclo fértil, la membrana celular del óvulo bloquea el ingreso de ningún otro, mostrando la inmediata protección que el gameto materno brinda a esa nueva vida, portadora de un código genético que lo hará único –y en esto no hay exageración sino precisión científica- en toda la historia de la humanidad.
            Desoyendo este claro mensaje biológico que habla a nuestra más elemental inteligencia pero a nuestra más fina sensibilidad, hay quienes pretenden que esa primera célula, portadora de la herencia materna y paterna en combinación singular desde el primer instante de la concepción, no es “persona” hasta que no se dan determinadas circunstancias que le son externas. Unos dicen que ha de esperar unas horas, hasta implantarse en el útero. Otros, que lo será cuando se desarrolle su sistema nervioso. Los más imaginativos, como el divulgador Karl Sagan (Parade Magazine, April 22, 1990, pág 4), han pretendido que el futuro hombre va pasando como embrión las etapas que atribuyen a la nunca probada científicamente teoría de la evolución; así el vientre materno alojaría sucesivamente una ameba, un pececito, un renacuajo, hasta que lo habitara un pichón de hombre. Todas son formas de justificar que, practicando el aborto durante esos períodos, no se estaría eliminando a un ser humano. La teoría más audaz es la que indica que los neonatos “no son funcionalmente humanos hasta que devienen tales en el proceso de socialización” (Ashley Montagu): así se justificaría el infanticidio.
            Todo lo anterior tiende a tranquilizar la conciencia de los promotores del aborto, que justifican su postura señalando que defienden a menores pobres que recurren por eso a prácticas no controladas e inseguras. Pero si esto pudiera ser parcialmente cierto antes de la legalización del aborto, dejaría de serlo luego de sancionada la ley. Sin embargo en Italia -país al que nos parecemos, si los hay- lo sucedido fue que: “Sólo el 8% de las mujeres que abortan tiene menos de 20 años y sólo el 19% es estudiante; el 43% se cuenta entre las empleadas y el 38% entre las amas de casa”. El perfil de la mujer que aborta allí desde la legalización que tuvo lugar por el plebiscito de 1978, “es el de una edad comprendida entre los 30-35 años, ama de casa o empleada, de condición económica discreta, de nivel de instrucción media, católica practicante con dos hijos, es decir el de un típico exponente de la burguesía media: en el 70% de los casos esta madre considera que desde la concepción el hijo es un ser humano, pero recurre al aborto no obstante ello por razones no fundamentales, llamémoslas contingentes, pero suficientemente fuertes como para debilitar cualquier visión religiosa y moral que hasta hace poco eran consideradas el eje estabilizador del individuo en la sociedad actual” (Massi, Gianbattista . “Etica en Medicina”, Fundación Alberto Roemmers, Buenos Aires 1982). El Profesor Massi, Director del Instituto de Clínica Obstétrica y Ginecológica de la Universidad de Florencia, visitó nuestro país y brindó una conferencia en la Academia Nacional de Medicina donde agregó que, luego de la legalización y la aceptación social implícita, “un conjunto de datos culturales y epidemiológicos nos obliga a reconocer que existe la tendencia a percibir el aborto no como la reparación dolorosa de una contracepción fracasada, sino como un método anticonceptivo propiamente dicho… Un comentario típico de muchas mujeres es: ‘La píldora es un mal, la espiral es un mal, el aborto es un mal, pero elijo este último (gratuito y legal) con la esperanza de que no me ocurra con frecuencia’ ”.
            A su vez, ya está claro en los países occidentales que la legalización del aborto provoca más abortos. “Desde Roe vs Wade (el caso líder para la legalización en EEUU, 1973) el número de abortos realizados en los Estados Unidos aumentó de 744.000 a 1.500.000. Los abortos terminaron el año pasado con un tercio de todos los embarazos en la nación. Más de un millón de adolescentes se embarazó y el 38% se hizo un aborto” (Walter Isaacson, Time, abril 6, 1981). Y esto tiene un innegable impacto demográfico y sociológico, que puede ser suicida en un país que necesita población como el nuestro.
            Finalmente, los promotores del aborto aducen que se reducirán las muertes maternas. Vale la pena indicar que en 2015 (último año publicado por el Ministerio de Salud de la Nación, Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio, (deis.msal.gov.ar)) el total de muertes por embarazos terminados en abortos (se cuentan siete otras causas además del aborto clandestino) fue de 55. Entre ellos sólo 1 en menores de 15 años y 5 por debajo de los 19 años. La mayor parte sucedió en mujeres entre los 25 y los 29, similar al perfil detectado en Italia.
            Pero además conviene agregar, a las complicaciones tardías de los abortos (endometritis, sinequias y esterilidad), la experiencia de los sacerdotes acerca del daño psíquico de las mujeres que han abortado: hasta la vejez siguen confesando una y otra vez su aborto porque, contradiciendo al sacramento de la reconciliación en que creen, nunca se perdonan.
            Las evidencias del deterioro que provoca la legalización son mucho más numerosas de las que caben en este espacio limitado.  Vale para más información consultar el reciente artículo de  Ségolene du Closel sobre las consecuencias del aborto en Francia, luego de 43 años de su legalización (www.infobae.com/opinion/2018/04/16).
Quien vaya a votar a favor del aborto debe saber, entonces, que estará dañando a las personas por nacer, a las madres, y a la Patria.

Hugo Esteva
                                    Profesor Titular de Cirugía
                                    Universidad de Buenos Aires
                                    MN: 35.165

Un simposio científico en el Congreso advirtió sobre la ilegalidad del aborto


Buenos Aires (AICA):
En el marco de un Simposio Científico que se realizó el 26 de abril en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, un grupo de médicos advirtió sobre la ilegalidad del aborto. “La medicina en general y la medicina argentina en particular, puede y debe hacer lo imposible para salvar las dos vidas, porque todas las vidas nos preocupan”, sostuvo en un comunicado final. 



En el marco de un Simposio Científico que se realizó el 26 de abril en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, un grupo de médicos advirtió sobre la ilegalidad del aborto.
La actividad fue organizada por “Médicos por la vida y los derechos humanos de la madre y del niño por nacer”, un grupo de casi 400 profesionales de la salud autoconvocados hace 2 meses con motivo de la Marcha por la vida realizada el 25 de marzo, considerada un “plebiscito abierto” en el que se manifestaron 2 millones de argentinos.
Este grupo de profesionales generaron comisiones de trabajo con el fin de aportar luz con absoluta rigurosidad científica al debate impulsado por el Poder Ejecutivo desde diversos puntos de vista: biológico, bioético, estadístico, jurídico, psiquiátrico, económico y social.
Entre sus casi 400 miembros, figuran distinguidos investigadores, médicos, juristas, bioestadísticos, bioeticistas y otros profesionales de la salud del ámbito nacional.
Tras la apertura a cargo del doctor Luis Durand Figueroa, hubo varias exposiciones: “¿Qué dice la ley actual acerca del aborto?” (doctora Ana De Lucca), “Principal proyecto de ley de despenalización del aborto. ¿Hay otros proyectos a favor del aborto? ¿en qué se diferencian?” (doctor Roberto Castellanos), “¿Hay proyectos de ley a favor de las dos vidas?” (licenciada María de los Ángeles Mainardi), “Respuestas a todos los planteos pro abortistas” (doctor Antonio Catalán Pellet y doctora Inés Turri), “Doctora, no puedo seguir con este embarazo…” (doctora Mariana Rey Saravia) y “Experiencia en Francia luego de 43 años de aborto legalizado” (doctor Ségonèle du Clusel).
La conferencia magistral conclusiva estuvo a cargo del médico estadounidense Vicent Rue, que intentó dar respuesta sobre cómo evaluar el trauma posaborto.
En un comunicado final, los médicos recordaron que “para la ciencia, la vida comienza con la fecundación y el ser humano en el seno materno tiene vida propia e independiente”.
“El aborto clandestino es un problema que lo tenemos que resolver entre todos ayudando y conteniendo a las mujeres y familias vulnerables. Sin embargo, matar al niño por nacer para nada resuelve el problema. Incluso lo puede agravar. Los números y las estadísticas demuestran que el número de abortos aumenta sostenidamente en el tiempo tras su legalización, y la mortalidad materna depende mucho más de la salud del embarazo que de lo que se pueda lograr con el aborto”, aseguraron.
“La única forma de lograr que no haya más muertes maternas vinculadas al aborto (ni la de los niños por nacer) es NO abortando, sin olvidarnos a la vez de toda la ayuda y contención que debemos entregar a esas madres vulnerables”, puntualizaron.
Los profesionales médicos afirmaron que letrados coinciden en advertir que “los proyectos propuestos son todos inconstitucionales en tanto violan la protección a la vida humana, en todas sus etapas como lo establece la Constitución”.
“Nuestra sociedad tiene una oportunidad única e irrepetible de cambiar para mejor, con ideas superadoras: educando, promocionando el bien común, ayudando a las madres que sufren, ofreciendo apoyo y contención psicosocial, facilitando la adopción, ya sea intraútero o luego de nacer, promoviendo padrinazgo a familias vulnerables, planes nutricionales a los niños, generando grupos multidisciplinarios de trabajo social. Todos necesitamos de todos para lograr una sociedad más justa y mejor”, agregaron.
“La legalización del aborto nos llevaría a nuestro fracaso, no sólo como médicos, sino además como sociedad. Nosotros podemos ser ejemplo de sociedad para otras sociedades del mundo. La medicina en general y la medicina argentina en particular, puede y debe hacer lo imposible para salvar las dos vidas, porque todas las vidas nos preocupan. Señores legisladores, SÍ, SE PUEDE tener una sociedad y una patria mejor. De ustedes depende”, concluyeron.+

Tres aniversarios para amar, aún más, Covadonga y Asturias

Este hermoso paraje natural cumple en 2018 dos centenarios: el de su protección como parque nacional y el de la coronación de su Virgen. Además, se cumplen trece siglos de la proclamación de Don Pelayo como rey de Asturias

 



Covadonga es un lugar muy especial en Asturias (y en España) porque allí se unen de forma única la Historia, la naturaleza y la religión. Y no solo coinciden en el espacio, sino que también se entrelazan entre sí: las características naturales del lugar jugaron un papel fundamental en la batalla que hizo famosa a Covadonga, esa misma batalla tiene conexiones religiosas que contribuyeron a la leyenda del lugar y el actual corazón de la veneración mariana en Covadonga -la cueva de la Santina- es también un precioso escenario natural. Y los tres aspectos -histórico, natural y religioso- celebran importantes aniversarios este año.

1. Covadonga histórica

Un día de senderismo junto al santuario de Covadonga
Un día de senderismo junto al santuario de Covadonga - TURISMO DE ASTURIAS
Para comenzar, remontémonos al siglo VIII. Si bien la batalla de Covadonga no tuvo lugar -si damos fe a las crónicas- hasta el año 722, fue hace ahora 1.300 años, en el 718, cuando se dice que un grupo de caudillos asturianos, dirigidos por Pelayo, se negaron a pagar tributos a los invasores musulmanes y se rebelaron. Para defenderse de las tropas enviadas por el emirato de Córdoba para sofocar el levantamiento, Pelayo y sus hombres aprovecharon las características del paisaje asturiano, refugiándose en las estribaciones de los Picos de Europa, concretamente en el escarpado valle de Cangas de Onís, con el monte Auseva al fondo. Un lugar fácil de defender, ya que lo estrecho del paso impedía el acceso de un gran número de tropas, y en el que no era difícil encontrar comida y agua.

Estatua de Don Pelayo en Covadonga
También de entonces arrancan las conexiones espirituales de este lugar. Se dice que Pelayo llevaba consigo -y portaba durante la batalla- una cruz de madera. Y la leyenda dice que esa misma cruz es la que dos siglos más tarde sería recubierta de oro y piedras preciosas para crear la Cruz de la Victoria que se encuentra en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo y que es el símbolo que figura en la bandera de Asturias y que cuelga del puente romano de Cangas de Onís. Esto es, sin embargo, sólo una leyenda, ya que las pruebas arqueológicas han descartado que la madera de la cruz pueda ser del siglo VIII. También cuenta otra leyenda que la Virgen se apareció a Pelayo durante la batalla, ayudándole a lograr la victoria. De ahí que el centro de la veneración en Covadonga sea la Santina, la Virgen de Covadonga.

2. Covadonga espiritual

La Virgen de Covandonga, en la gruta natural en el santuario
La Virgen de Covandonga, en la gruta natural en el santuario
Si bien hay historias sobre la veneración a la Virgen de Covadonga desde inmediatamente después de la batalla y certeza histórica de la misma a partir del siglo XII, fue hace ahora 100 años cuando tuvo lugar un rito fundamental: la coronación de la Virgen. Este rito litúrgico que señala la noción de la Virgen como Reina de la Iglesia tuvo lugar el 8 de septiembre (festividad de la Virgen de Covadonga y Día de Asturias) de 1918, con la presencia de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg. Se dio así un paso importantísimo para ensalzar la figura de la Santina -como se conoce popularmente en Asturias a esta virgen- y para consolidar el peregrinaje a la basílica y a la Santa Cueva de Covadonga para visitar su imagen (que «ye piquiñina y galana» -pequeña y bonita-, como se dice en Asturias).

Coronación de la Virgen, en 1918, con la presencia de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg - ARCHIVO ABC
Para celebrar este centenario de la coronación se ha declarado además un Año Jubilar Mariano en Covadonga, que durará desde el 8 de septiembre de este año hasta la misma fecha de 2019 y que permitirá a los peregrinos ganar el jubileo y lograr la indulgencia plenaria. Ocasión ideal para acercarse a un santuario que ya ejerce una enorme atracción sobre los asturianos. Es, además, un santuario particularmente bello, en un entorno natural único, con la cueva formada en la pared de roca y la cascada cayendo bajo ella. Todo ello rodeado de un paraje de gran importancia ecológica que este año también está de centenario.

3. Covadonga natural 

 

Este año se celebra el centenario del Parque Nacional de los Picos de Europa, que nació como Parque Nacional de la Montaña de Covadonga
Este año se celebra el centenario del Parque Nacional de los Picos de Europa, que nació como Parque Nacional de la Montaña de Covadonga - TURISMO DE ASTURIAS
El 8 de septiembre de 1918 se aprovechó la presencia del rey Alfonso XIII para inaugurar de forma oficial el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, el primero de España y segundo del mundo tras el de Yosemite, en Estados Unidos. En realidad, la declaración como parque nacional ya se había producido el 22 de julio de ese año y llevaba fraguándose un par de años, a través de la pionera Ley de Parques Nacionales impulsada por un asturiano profundamente enamorado de Covadonga: Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa.


Excursión en 1918 al recién nombrado Parque Nacional, con Alfonso de Borbón Battenberg, Jaime de Borbón Battenberg y Pedro Pidal, entre otros - ARCHIVO ABC
Esta ley permitió a Pidal proteger un espacio de montaña de gran riqueza natural, atravesado por ríos como el Cares o el Sella y salpicado de bosques autóctonos de robles, hayas, tilos, avellanos o acebos. En este parque, que con los años se ha ido ampliando y cambiado su nombre por el de Parque Nacional de los Picos de Europa, habitan especies tan representativas como el oso pardo, el urogallo, el rebeco, el lobo y el quebrantahuesos. Además, es un lugar ideal para practicar el senderismo, el alpinismo (el Naranjo de Bulnes es un hito imprescindible para los alpinistas españoles) o la espeleología o el ciclismo: el habitual final de etapa de la Vuelta Ciclista a España en los Lagos de Covadonga ha contribuido enormemente a hacer famosa esta zona.
Pero este parque nacional no es sólo un lugar de naturaleza pura. Desde los comienzos ha estado habitado, con pequeñas aldeas repartidas por su superficie. Esto lo convierte en un lugar de gran importancia antropológica, sobre todo en lo referido a las formas de vida ancestrales de sus pastores. Y también destaca por su gastronomía. Por un lado, el ganado -sobre todo bovino- que se cría en los alrededores de Covadonga produce carne y leche de excelente calidad. Por otro, esta es una zona que concentra la mayor parte de la producción artesanal de varios de los justamente famosos quesos asturianos: el Gamonéu, el de Los Beyos y el más conocido de todos, el Cabrales.
En suma, el parque nacional consigue realizar el sueño que tenía para él Pedro Pidal: aunar las tres Covadongas -la histórica, la espiritual y la natural- para acercarlas a todo aquel que quisiese llegar hasta allí para conocerlas.


La extraña muerte del Rey loco que creó algunos de los castillos más mágicos de Europa

Luis II de Baviera es uno de esos monarcas malditos, aunque su locura le fue atribuida más por su condición sexual y sus extravagancias que por una enfermedad real

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Quieran o no quieran, los reyes están obligados a reinar y a asumir responsabilidades desde que son niños. Hasta su muerte, viven por y para sus reinos, sobreponiéndose a desgracias, enfermedades y toda suerte de obstáculos. No quiera la genética que uno de aquellos obstáculos sea una enfermedad mental, porque, como acredita el caso de Juana «La Loca», Rodolfo II de Austria o Jorge III del Reino Unido, la locura es mal acompañante para quienes ostentan poderes absolutos.
Luis II de Baviera es otro más en la lista de monarcas malditos, aunque su locura le fue atribuida más por su condición sexual y sus extravagancias que por una enfermedad real. Hijo del Rey Maximiliano II de Baviera y de la Princesa María de Prusia, el heredero de Baviera, uno de los reinos más importantes que conformaba el mosaico germano, fue criado entre algodones y severamente vigilado por sus preceptores. Solo durante sus estancias en el castillo de Hohenschwangau, que hicieron volar su imaginación, vivió algo parecido a una adolescencia normal. Junto a su amigo, el aristócrata Paul Maximilian Lamoral de Thurn und Taxis (1843-1879), se aficionó locamente a la poesía y representó óperas de Richard Wagner.

Un amante de la belleza

Con los años, el compositor, dramaturgo y poeta alemán se convirtió en uno de los escasos amigos íntimos del Rey. No faltaron quienes afirmaron que el bávaro mantuvo relaciones sexuales tanto con el aristócrata, como con la estrella de teatro húngara Josef Kainz o el propio Wagner. Al respecto de su benefactor, Wagner escribió:


«Lo increíble se ha vuelto realidad. El cielo me ha enviado a este Rey, que es mi felicidad y mi patria... ¡Tan bello es, tan magnífico, y está tan lleno de Alma, que temo que su vida se desvanezca, en este mundo grosero, como un fugitivo ensueño de los dioses! Me ama con el íntimo fervor y la fuerza del primer amor...».
Para cuando fue coronado Rey, a los 18 años, Luis de Baviera era ya un hombre alto, pálido como la leche y amante de la belleza, dicho esto no como un elogio, sino como una obsesión. A medio camino entre la realidad y la novela, se dice que a la hora de escoger a sus ministros se guiaba tanto por su aspecto físico como por sus habilidades políticas. Una de las muchas extravagancias que desarrolló a lo largo del reinado este hombre tímido y soñador, opuesto a la imagen del rey ciudadano que se destilaba en su siglo.


Para cuando fue coronado Rey, a los 18 años, Luis de Baviera era ya un hombre alto, pálido como la leche y amante de la belleza, dicho esto no como un elogio, sino como una obsesión
Si bien el Rey nunca se casó, estuvo comprometido fugazmente con su prima Sofía Carlota de Baviera, con la que compartía la pasión por Wagner y a la que se refería como Elsa, un personaje de fantasía de la ópera romántica Lohengrin de Wagner. En su diario personal dejó registrada su preocupación porque no se conocieran sus deseos sexuales y se pudiera mantener fiel a los dogmas católicos. Incapaz de hacer pública su homosexualidad, Luis II se internó en un mundo de fantasía, con personajes como Sofía, viviendo la profunda frustración de todos aquellos reyes sabedores de que nunca tendrán sucesor.
Del mismo modo, su ambición de unificar en torno a Baviera los dispersos reinos germánicos chocó con la pujanza de Prusia. Tras su derrota contra Prusia en la Guerra de las Siete Semanas, Luis II se vio obligado a alinearse a partir de entonces del bando de Otto von Bismarck. Si bien los distintos reinos mantuvieron cierta autonomía, incluidas sus coronas, la fundación del Imperio alemán bajo la Dinastía de los Hohenzollern, en 1871, situó a los Reyes de Baviera y Sajonia (los dos reinos más grandes después de Prusia) y otros príncipes menores camino de la extinción.


 
Vista general del Castillo de Neuschwanstein
Frustrado en sus grandes objetivos políticos, Luis II se alejó de sus responsabilidad de Múnich, para ocupar su tiempo en el palacio de Linderhof, un Versalles en miniatura, y en el mecenazgo cultural. En Linderhof sintetizó su fascinación por los caballeros medievales como Parsifal o Lohengrin, además de su admiración por los antiguos reyes absolutistas, como Luis XIV de Francia.
El apego por los grandes castillos de estilo medieval fue su gran vía de escape tras sus fracasos políticos. Una vez alzados los fastuosos palacios de Linderhof y de Herrenchiemsee, sus arquitectos se volcaron a partir de 1868 en la construcción de un gigantesco castillo sobre la roca del barranco de Pöllat. La construcción de la impresionante estructura de Neuschwanstein y de otro castillo igual de imponente a pocos kilómetros, hoy lugar de referencia turística, se vio retrasada a causa de la trágica muerte del Monarca en 1886.

Un rey solo

El aislamiento del Rey en su corte medieval de fantasía le llevó a vivir de espaldas a la política y, en las escasas ocasiones que intervino, fue para ir en contra de las decisiones de la Cámara del Reino, como en el caso del intento de censurar al ministro Pfretzner por unas críticas a la casa imperial, o para criticar la preponderancia que estaba adquiriendo Prusia sobre el resto de reinos de Alemania. Si Luis II no se preocupó en ser el Rey que sus súbditos esperaba, menos se esforzaron ellos en comprenderle, limitándose a llamarle loco. Claro que, además de sensible, romántico y atormentado, resultó un Rey derrochador, que cuanto peor se encontraba el erario público más dinero exigía para sus obras medievales y sus apoyos a Wagner y otros artistas.
Las excentricidades del Rey condujeron a que fuera diagnosticado de esquizofrenia en 1886 y, finalmente, incapacitado para gobernar. Todo sucedió de forma fulminante, incluída su muerte. El día 10 de junio de ese año, su primo el Príncipe Luitpold tomó la regencia del reino y Luis II fue sacado del castillo de Neuschwanstein para ser recluido en el de Berg. Algunos nobles leales al Rey trataron de frenar su inhabilitación. Y, en una muestra de que su locura no podía ser muy profunda, él mismo llamó al pueblo a rebelarse contra los conspiradores:
«El Príncipe Luitpold intenta, en contra de mi voluntad, ascender a la Regencia de mi tierra, y mi antiguo ministerio, a través de falsas acusaciones sobre el estado de mi salud, ha engañado a mi amado pueblo y se está preparando para cometer actos de alta traición. [...] Exhorto a todos los bávaros leales a reunirse en torno a mis fieles seguidores para frustrar la traición planificada contra el Rey y la patria».


 
Memorial en el lago donde murió el Rey
Hoy, aquel diagnóstico resulta poco claro y cada vez parece más posible que, en verdad, la familia real bávara tomara aquella decisión para frenar la escalada de extravagancias del Rey. Solo días después de comenzar su reclusión, Luis II falleció en extrañas circunstancias cuando paseaba por el lago de Starnberg, el 13 de junio de 1886. Aquel día, el psiquiatra Bernhard von Gudden acompañó al Monarca en un paseo por los alrededores del lago. Los dos hombres nunca volvieron: se les encontró ahogados en el lago a las 23.30. Oficialmente, se certificó que la causa de la muerte era un suicidio (¿Dos hombres, doctor y paciente, se suicidaron a la vez?), si bien lo más probable es que al Rey le sorprendieron fugándose y dos soldados leales al nuevo régimen aprovecharan para eliminarle de la escena.
Por cierto que el hermano pequeño de Luis II, Otto, también sería declarado incapacitado tras pasar a él la Corona. Y parece que en su caso no hubo dudas al respecto de su locura.

lunes, abril 23, 2018


Enrique II «el Fratricida», el hijo bastardo que mató a su hermano para ser Rey de Castilla

El Conde de Trastámara inauguró con la muerte de su hermano Pedro «El Cruel», al que arrebató la vida con sus propias manos, la historia de una dinastía que reinó un siglo y medio en Castilla

 

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Fue una escena de una épica aplastante, de la que si Shakespeare fuera castellano habría dado cuenta en un drama donde los diálogos ya estaban escritos con sangre. Tras casi 20 años en guerra –donde Enrique de Trastámara y su hermano Pedro I «el Cruel» (o «el Justiciero», dependiendo del bando) se disputaron la Corona de Castilla–, ambos se encontraron frente a frente en marzo de 1369. «¿Dónde está ese judío hideputa que se nombra Rey de Castilla?», gritó Enrique de Trastámara, hermano bastardo del Rey, antes de enzarzarse en un duelo fraticida que dio a Castilla un nuevo Rey y origen a una nueva dinastía: Enrique «El Fraticida» de los Trastámara.
Pedro I y Enrique de Trastámara se pasaron décadas jugando al perro y al gato. La repentina muerte de Alfonso XI de Castilla en 1350 a causa de la peste, cuando solo contaba 40 años, entregó la Corona de Castilla a un imberbe Pedro I. Hasta entonces, el joven príncipe había estado aislado de la Corte junto a su madre María de Portugal, que había sido desplazada por la hermosa amante del Rey, Leonor de Guzmán (tataranieta de Alfonso IX de León), y los diez hijos frutos de está relación extramatrimonial. Enrique de Trastámara fue uno de los hijos de Leonor y el primero en llegar a la vida adulta junto a su hermano gemelo Fadrique Alfonso de Castilla. Mientras Pedro –el legítimo heredero– permanecía marginado, Enrique recibía los condados de Noreña y Trastámara y los señoríos sobre Lemos y Sarria, en Galicia, y las villas de Cabrera y Ribera, junto a las otras concesiones de las que se beneficiaron los hijos de Leonor. El fallecimiento de Alfonso XI revertió la situación.

Para terminar con las sublevaciones que levantaron los hijos de Leonor por todo el reino, Pedro I, que justificó con esa decisión por primera vez su apodo como Rey, ordenó que Leonor fuera ejecutada en Talavera de la Reina
Con la llegada al poder de Pedro I y de su madre María de Portugal, los hijos de Leonor perdieron el apoyo de buena parte de la nobleza y tuvieron que huir de la corte. Cuando viajaba a Sevilla en el cortejo fúnebre del Rey, Leonor de Guzmán fue apresada sin que tuviera tiempo de poner tierra de por medio, como habían hecho sus hijos. Desde su cautiverio, Leonor conspiró para convertir en Rey a su hijo Enrique, quien contrajo matrimonio con Juana Manuel de Villena, hija de Don Juan Manuel, adelantado mayor de Murcia y Señor de Villena, un poderoso noble al que se le atribuye la escritura de «El Conde Lucanor». Para terminar con las sublevaciones que levantaron los hijos de Leonor por todo el reino, Pedro I, que justificó con esa decisión por primera vez su apodo como Rey, ordenó que Leonor fuera ejecutada en Talavera de la Reina.

Dos hermanos en guerra durante décadas

Lejos de terminar con las sublevaciones, la cruel decisión convirtió la guerra en un problema crónico del reinado. Las polémicas Cortes de Valladolid, donde el Rey tomó medidas en contra de los privilegios de los nobles castellanos, fueron el germen de una rebelión masiva por parte de la nobleza, de la que dieron buena cuenta los hijos de Leonor. Enrique y sus hermanos se pasaron los siguientes años entre guerras, huidas al extranjero y breves reconciliaciones. En 1353, la malograda boda de Pedro I con Blanca de Borbón –a la que el Rey abandonó dos días después de casarse debido al incumplimiento de las exigencias económicas por parte de Francia y el desinterés mutuo entre los contrayentes– provocó la ruptura de las relaciones con Francia, el acercamiento a Inglaterra y una rebelión en Toledo, que pronto se extendió a otras ciudades con la ayuda de los hermanastros del Rey. La influencia de la amante del Monarca, María de Padilla, hija de un noble castellano de baja alcurnia, jugó a favor de la decisión de renegar de la francesa.


Enrique II en la tabla Virgen de Tobed
El enfrentamiento entre Pedro y su hermano Enrique cobró dimensión internacional con la intervención de fuerzas militares de Inglaterra y Francia, que todavía mantenían abierta la célebre Guerra de los Cien años. El conflicto en España se extendió al Reino de Aragón en 1357. Enrique, junto con otros castellanos, tomaron partido a favor del Rey aragonés Pedro IV; y el Infante Fernando, hermano del aragonés, ayudó a Pedro I. Durante el choche entre los reinos hispánicos, que se inició con la conquista castellana del Castillo de Bijuesca y de Tarazona, la fama de cruel de Pedro I crecía al mismo ritmo que la senda de ejecuciones que dejaba a su espalda.
Con la ayuda de mercenarios ingleses, el Rey arrebató a Aragón importantes ciudades como Teruel, Caudete o Alicante y sembró de odio el conflicto con más muertes de nobles. Fadrique Alfonso –hermano gemelo de Enrique de Trastámara– acudió en 1358 a Sevilla en busca del perdón real, pero fue prendido por sorpresa. El hijo bastardo de Alfonso XI logró huir hasta el patio del Alcázar, pero allí fue alcanzado por los soldados del Rey, quien, según algunas crónicas, dio muerte a su hermanastro con sus propias manos.
Posteriormente, el ataque combinado de Enrique y de sus aliados castellanos, aragoneses y franceses (las compañías de mercenarios dirigidas por el astuto general Bertrand Du Guesclin) consiguió la expulsión del país de Pedro, que se refugió en Guyena, y la proclamación del Conde de Trastámara como Rey de Castilla en Calahorra (1366). Mientras Enrique buscaba la forma de pagar los favores a costa de dejar exhausto el tesoro real, lo que le valió el sobrenombre de «El de las Mercedes», Pedro «El Cruel» organizó al año siguiente un contraataque desde los dominios ingleses al norte de los Pirineos. Eduardo, Príncipe de Gales (conocido como «El Príncipe Negro»), puso a su disposición un gran ejército de caballeros y de arqueros que derrotó a Enrique en la batalla de Nájera, librada el día 3 de abril de 1367.
«Señores, soy vuestro rey. Me habéis hecho rey de toda Castilla y jurado que no me fallaríais hasta la muerte. Mantened por Dios vuestro juramento y desquitaos conmigo que yo me desquitaré con vosotros, pues no huiré ni un solo pie, mientras os vea combatir», reclamó Enrique II a sus tropas, formadas en su mayoría por mercenarios francesas, según la crónicas de la batalla por Jean Froissart. No obstante, las palabras no sirvieron para evitar la derrota estrepitosa del Rey, que perdió a la mitad de sus tropas, a Bertrand du Guesclin, que fue apresado, y obligo al Monarca a retornar a Francia.


Sepulcro de Enrique II de Castilla en la Catedral de Toledo.
Cuando parecía que podría ser el final de la guerra, Pedro I volvió a desperdiciar su ventaja provocando la salida de España de «El Príncipe Negro». El Conde de Trastámara preparó desde el Castillo de Peyrepertuse (la región de Languedoc-Roselló) una nueva invasión del reino, siendo vencido Pedro por Bertrand Du Guesclin en la batalla de Montiel, hacia marzo de 1369. A continuación, Pedro se encerró en la fortaleza cercana, donde fue engañado por Bertrand du Guesclin con la supuesta excusa de querer ayudarle en su fuga. Así, el Rey de Castilla acabó frente a la tienda de Enrique, en la que, entre el mito y la realidad, se inició un duelo fraticida con tintes literarios:
–¿Dónde está ese judío hideputa que se nombra Rey de Castilla?
–¡El hideputa seréis vos, pues yo soy hijo legítimo del buen Rey Alfonso! –respondió inmediatamente Don Pedro que fue el primero en iniciar el baile de metales–.
Habiendo desarmado Pedro a Enrique, Bertrand du Guesclin intervino sujetando al Rey por la pierna y haciéndolo girar, momento que aprovechó el hermano bastardo para asestarle una estocada mortal. Después de la lucha, el caballero francés se justificó con su cita más conocida: «Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor». A continuación, la cabeza del Monarca fue clavada en una pica y exhibida entre las tropas.

Las victorias de Castilla sobre Inglaterra

Con la muerte de Pedro I terminó el reinado de la Casa de Borgoña en Castilla y empezó el de la Casa de Trastámara, que un siglo y medio después después llegaría también a su final con la muerte de Fernando «el Católico». Asimismo, Enrique II de Trastámara actuó durante su reinado de forma contraria a cómo lo había hecho para alcanzar el trono. Recompensó a sus aliados en un principio, pero supo también defender los intereses del Reino de Castilla y León negando al Rey de Aragón todas las cesiones territoriales que le había prometido en los tiempos difíciles. En política interior, inició la reconstrucción del reino: protegió parcialmente a los judíos, a los que él mismo había perseguido en la guerra civil, y aumentó el poder de la Corona frente al de los grandes nobles que le apoyaron en el conflicto contra su hermano. La crisis económica fue inevitable al tener que atender las recompensas prometidas y hacer frente a los gastos de las continuas guerras.

Recompensó a sus aliados en un principio, pero supo también defender los intereses del Reino de Castilla y León negando al Rey de Aragón todas las cesiones territoriales que le había prometido en los tiempos difíciles
A nivel internacional, destacó la rivalidad de Enrique «El Fraticida» con Inglaterra y los duques de York y de Lancaster, los antiguos aliados de Pedro «El Cruel». Dos hijas de Pedro con María de Padilla, Constanza e Isabel, estaban casadas con Juan de Gante, duque de Lancaster e hijo de Eduardo III de Inglaterra, y Edmundo, duque de York y también hijo de Eduardo III de Inglaterra, respectivamente. Inglaterra consideraba a los duques de York y a los de Lancaster como los legítimos sucesores al trono de Castilla, lo cual involucró intensamente a Enrique II en la Guerra de los 100 años a favor del bando francés. Junto a la armada francesa, las fuerzas castellanas liberaron a La Rochela de los ingleses y despejaron el canal de La Mancha. La batalla de La Rochela supuso una rotunda victoria de Castilla sobre Inglaterra que tuvo para ella favorables repercusiones militares y económicas. Castilla se consolidó como primera potencia naval en el Atlántico, otorgando así mayores posibilidades mercantiles a sus marinos. Poco tiempo después, el almirante castellano Fernán Sánchez de Tovar saqueó la isla de Wight y la costa sur de Inglaterra.
Enrique II de Castilla falleció el día 29 de mayo de 1379 en Santo Domingo de la Calzada. Murió, según algunas crónicas, envenenado por orden del Rey de Granada, otrora aliado de Pedro «El Cruel», o posiblemente de un ataque de gota. Fue sucedido en el trono castellano por su hijo, Juan I de Castilla, que también tuvo que luchar para defender sus derechos al trono frente a los descendientes de Pedro «El Cruel».

El corazón del Padre Pío llegó a la Argentina


El corazón de San Pío de Pietrelcina llegó a la Argentina y podrá venerarse desde hoy, 19 de abril, hasta el miércoles 25. La reliquia fue traída desde san Giovanni Rotondo, Italia, y recorrerá diferentes lugares, en el marco del 50º aniversario de la muerte del santo y del centenario de la aparición de los estigmas de la Pasión de Jesucristo en su cuerpo.
A continuación el cronograma:
Jueves 19 y viernes 20 de abril, la reliquia permanecerá en la catedral metropolitana de la Santísima Trinidad, en Buenos Aires. Fue recibida con una misa este mediodía. A las 16 se rezará el rosario con meditaciones del Padre Pío y, luego, a las 17.30, misa por los enfermos. El viernes 20 se celebrarán misas a las 7.45, 8.30, 12.30 y 17.30, con rosario meditado a las 16.
El sábado 21 será expuesta en la basílica y santuario nacional Nuestra Señora de Luján. Será recibido con la celebración de la misa a las 10. Se podrá venerar en el altar del Sagrado Corazón. Se celebrarán misas a las 11, a las 15 y a las 17, de despedida. Al mediodía habrá bautismos y, a las 16, el rosario meditado.
El domingo 22 de abril, el corazón del Padre Pío llegará al santuario Nuestra Señora del Rosario de Pompeya (avenida Sáenz y Esquiú). Se celebrarán misas a las 10, 11.30, 17.30. El rosario con meditaciones del Padre Pio se rezará a las 16.30.
El lunes 23 estará expuesto en la basílica Nuestra Señora de la Piedad (Bartolomé Mitre 1524). Será recibido a las 9 con una misa. A las 10, se realizará una “plática para niños”, a cargo de la Animación Argentina de los grupos de oración del Padre Pío. Luego, se celebrarán misas a las 12 y las 19, y se rezará el rosario, a las 18.
El martes 24 de abril la reliquia visitará la capilla Divino Niño del hospital de Pediatría “Profesor Doctor Juan Pedro Garrahan”, en la ciudad de Buenos Aires. Habrá misas a las 10, 12 y 17 y una “plática para niños” a las 11, a cargo de la Animación nacional, y una “plática para las familias”, a las 16, a cargo de Fray Carlos María Laborde OFMCap.
Finalmente, el miércoles 25, último día de su estadía en el país, volverá a la catedral de Buenos Aires, donde se celebrarán misas a las 7.45, 8.30, 12.30 y 17.30, y se rezará el rosario meditado a las 16.
Sobre la reliquia que visitará la Argentina
La reliquia del corazón del Santo, una parte del miocardio venerado por separado desde la visita papal de Benedicto XVI a San Giovanni Rotondo, tiene un significado especial porque recuerda el fenómeno místico de transverberación, experimentado por San Pío en 1918.
El religioso sintió que su corazón fue traspasado por un dardo encendido que dejó una "herida de amor", que fue el preludio de los estigmas.
"Estaba yo confesando a nuestros muchachos en la tarde del día cinco, cuando, de repente, me sentí dominado por un extremo terror a la vista de un personaje celeste que se me presentaba ante la vista de la inteligencia", relató el Santo en su epistolario. "Tenía en su mano una especie de arnés, instrumento semejante a una larga lámina de hierro, con una punta muy afilada y que parecía que de esta punta saliese fuego. Ver todo esto y observar cómo dicho personaje lanzaba dicho arnés con gran violencia sobre el alma, fue todo una misma cosa. Lancé un muy apurado lamento; me sentí morir. Dije al niño que en aquellos momentos estaba confesando, que se retirase porque me sentía mal y no podía seguir las confesiones".
San Pío de Pietrelcina, recordado devotamente como "Padre Pío", nació en Pietrelcina, Italia, el 25 de mayo de 1887. Vivió una vida religiosa discreta como capuchino, pero las manifestaciones sobrenaturales de diversos dones atrajeron numerosos fieles a quienes servía sobre todo en el Sacramento de la penitencia. Sufrió graves incomprensiones y acusaciones, pero finalmente la Iglesia reconoció la veracidad de sus dones. Su fiesta se celebra el 23 de septiembre.
La reliquia fue traída por el padre guardián de san Giovanni Rotondo, Fray Carlos María Laborde OFMCap.
Los grupos del Padre Pío
Estos grupos están en la Argentina desde hace 20 años. Se reúnen al menos una vez al mes para orar ante el Santísimo Sacramento por la Iglesia, el Santo Padre, los sacerdotes, las vocaciones, los enfermos y dolientes, por la Argentina y las intenciones de quienes se encomiendan por diversas vías.
Informes, pedidos de oración y orientación para la formación de nuevos grupos a santopadrepio23@gmail.com o a través de la página de Facebook “Reliquias Padre Pio”. Página de internet: www.san-pio.org.+

La situación en Siria es “espantosa”

 


Buenos Aires (AICA):
El sacerdote argentino Luis Montes, misionero en Medio Oriente, aseguró que en Siria no hay “una guerra civil” sino “una invasión terrorista” y advirtió que el futuro en la región es incierto tras la incursión de Estados Unidos y sus aliados. “Con más de 100 misiles, se dice que no hubo bajas humanas. Entonces tampoco hay que descartar la posibilidad de que esto no sea realmente una escalada a la violencia, sino una actuación. Cualquiera de los dos casos es espantoso”, aseveró el religioso que vive en Irak.
El padre Luis Montes, sacerdote argentino del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), habló sobre la realidad de Medio Oriente, donde lleva adelante su misión desde 1996, tiempo después de haber sido ordenado. Su tono preocupante estuvo puesto en Siria, país limítrofe con Irak, donde actualmente vive en la ciudad de Ankawa, tras el bombardeo efectuado por Estados Unidos el sábado pasado.
“No solamente estamos aquí, sino que en Siria tenemos misioneros. La comunicación y la señal de internet son pésimas. Hay gente amiga, con la que estamos permanentemente en contacto. Vivimos una realidad muy triste. Estoy en Irak, país que fue destruido con la excusa de armas de explosión masiva”, expresó el sacerdote en declaraciones al programa Frassati que se emite por Radio Fe Latina.
“Ahora se está haciendo lo mismo en un país vecino. Y, además de eso, hay una actualidad mucho más hermosa que la que se vivió acá. Siria es un país próspero, donde hay una buena convivencia entre cristianos y musulmanes. La gente apoya al gobierno. Esta invasión de terroristas, que los medios llaman guerra civil, expresión totalmente falsa, es muy fea”, advirtió.
El sacerdote precisó que “los misioneros que se encuentran en la ciudad de Alepo nos han avisado que están bien. Ellos continúan con su apostolado, con su misión. Esto no los mueve a huir, sino a continuar con esto”, y consideró que el futuro en la región es incierto.
“No hay modo de saber cómo sigue esto. Hay cosas que se definen en reuniones secretas y uno no las conoce. Hay invasiones que se deciden años antes. El punto acá es saber hasta dónde está dispuesto Occidente a continuar. Con más de 100 misiles, se dice que no hubo bajas humanas. Entonces tampoco hay que descartar la posibilidad de que esto no sea realmente una escalada a la violencia, sino una actuación. Cualquiera de los dos casos es espantoso”, aseveró.
Al ser consultado sobre cómo fue el apoyo de los patriarcas de la Iglesia, el padre Montes sostuvo: “Las declaraciones de ellos fue impecable. Dijeron que fue una agresión ilegal porque no hay ningún mandato de la ONU contra un país que no les ha hecho nada a Estados Unidos, Francia e Inglaterra. Siria es un país, al que se lo acusa, sin pruebas, de haber hecho un ataque químico. Pero no solo que no está probado eso, sino que ellos lo reconocen. El obispo de Alepo hizo una reflexión muy certera, donde afirmó que con estos misiles se les han caído las máscaras. Los actores secundarios, refiriéndose a los terroristas, estaban siendo derrotados. Entonces han tenido que aparecer los actores principales que se ocultaban detrás de ellos”.
El sacerdote también respondió sobre cómo es la misión de los miembros del Verbo Encarnado en Medio Oriente: “A veces la gente nos mira asombrados. Cuando, por ejemplo, en la Argentina se reciben noticias de afuera es porque pasó algo malo. Eso es lo que llama la atención. Eso está bien para la gente común, pero para un cristiano no tiene que ser así porque es mucho más importante el apoyo y las gracias que Dios nos da”.
“Cuando Cristo dijo: ‘el que deje todo, recibirá el ciento por uno’, hizo referencia a una verdad estricta. La vida es muy feliz, a pesar de todas las dificultades. Al recibir una misión con muchos peligros, en realidad también hay muchas gracias y beneficios de Dios, por lo que la misión se hace fácil. Puede parecer raro escuchar esto porque en Bagdad hay 20, 30, 50 o 100 atentados por mes, pero eso no importa. Lo expresó San Agustín: ‘La Iglesia peregrina en esta tierra, entre las persecuciones de los hombres y los consuelos de Dios’. Y eso es lo que experimentamos todo el tiempo, la misericordia de Dios”, agregó.
El religioso también detalló cómo se acompaña a los cristianos en las circunstancias actuales: “En ese punto, aquí es más sencillo. La gente nos enseña a nosotros de manera diaria. Nos muestran cómo se vive, cómo se debe ser cristiano. Ellos sufren mucho más que nosotros y nos dan el ejemplo de manera permanente. A ellos los consuela saber que un misionero de la otra punta del mundo deja todo para venir a acompañarlos. Pero nuestro trabajo apostólico es más sencillo. Aquí la gente respeta al Sacerdote, quiere su visita, participa de los Sacramentos, lee la Biblia… Ellos celebran la Pasión de Cristo cargando con su propia pasión: ser refugiados, perseguidos, con familiares asesinados. La tarea del Sacerdote es la más fácil de realizar”.
Por último, el padre Montes convocó a ser parte de la verdadera comunicación sobre lo que sucede en Medio Oriente, al afirmar: “La mentira domina en los medios masivos. Pero, por otra parte, en este siglo, nosotros tenemos armas que antes no estaban, como por ejemplo las redes sociales. En Irak, en los primeros años como misioneros, veía morir gente todos los días y eso no salía en ningún lado. Entonces decidimos crear una cuenta en Facebook llamada ‘Amigos de Irak’, donde encontramos gente fantástica que nos apoya y reza por nosotros”.
“En la Argentina -señaló- se fundó un grupo que se llama ‘Nazarenos perseguidos’, que tiene un grupo en esa red social”, y pidió que los sigan en ambos lugares.
“Ahí tienen la posibilidad de estar en contacto con personas que rezan por los cristianos perseguidos y, además, podrán compartir noticias seguras y confiables sobre lo que está pasando”, concluyó.+ (Ezequiel Pereiro)


AICA: Mons. Héctor Aguer


La cuestión del aborto: sus facetas
Apunte preparado por monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, para su intervención en una mesa-debate que iba a ser expuesta en el Colegio de Médicos de La Plata, el 22 de marzo de 2018, pero esa disertación se suspendió a raíz de una protesta de un gremio de profesionales de la salud bonaerense, que consideró “una provocación” la presencia del prelado platense 1. La primera afirmación que es preciso hacer, o eventualmente discutir en el nivel que corresponde, es de carácter científico. Lo formulo en estos términos: el fruto de la concepción, es decir, cuando la cabeza del espermatozoide ya ha penetrado en el núcleo del óvulo, es un ser humano; la unión de los gametos produce una persona humana, aún antes de la anidación, cinco o seis días después, a partir de la cual se seguirá su desarrollo en el nido que es el seno materno. Es una nueva criatura, un ser nuevo se ha hecho presente. Los estudios de genética y de embriología cumplidos durante el siglo XX -pienso singularmente en el aporte decisivo del candidato al premio Nobel Jerôme Lejeune- no parecen dejar lugar a dudas. A este propósito hay que despejar la equívoca postura de quienes sostienen que la mujer es dueña de su cuerpo. Lo es, sin duda, pero el fruto de su concepción no es una parte o un apéndice de su cuerpo, sino otro ser humano con otro ADN, es ya desde el inicio XX o XY, varón o mujer; por lo tanto no tiene derecho a eliminarlo, ni ella ni nadie. Al contrario, debe ser protegido y cuidado para que llegue a ver la luz del sol, gozar de la libertad y llegar a la meta de su plena realización. En mi opinión, es el conocimiento del genoma humano el primer apoyo para rechazar una legislación que, al despenalizar el aborto lo declara inocuo, una conducta protegida por la ley; en una decisión semejante se viola una certeza científica. Llaman la atención declaraciones recientes del Ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación; su postura atrasa casi un siglo, y podría ser emparentada con ideologías que han producido consecuencias funestas.
2. La segunda cuestión es filosófica. Desde el instante mismo de la concepción actúa un principio que guía el crecimiento y la organización definitiva del embrión. La filosofía de Occidente ha llamado alma a ese principio de vida. Se trata de un principio vital general que, en el ser humano se manifestará progresivamente como principio de conocimiento, voluntad y conciencia. Platón, en su Diálogo “Fedro” escribió: desde dentro se mueve de por sí. Aristóteles lo expresó más exactamente precisando la relación cuerpo-alma en su teoría hilemórfica. El alma es la forma del cuerpo; con él constituye el compuesto que es el ser humano. El microscópico embrión ya lo es. Esta afirmación implica que existe una ratio, un orden metafísico de la condición humana, una naturaleza humana. Según la fe cristiana, el alma es creada inmediatamente por Dios. El materialismo, sobre todo en sus formas extremas, niega esa verdad filosófica supraconfesional, que han sostenido incluso los enciclopedistas anticatólicos del siglo XVIII. La visión teológica del problema, a la que me referiré más adelante, asume y completa esta consideración desarrollada en la cultura de Occidente, pero que se encuentra aun esbozada en los pueblos primitivos.
3. La cuestión jurídica. El derecho a la vida del embrión humano desde el instante mismo de la concepción está tutelado por tratados internacionales a los cuales ha adherido la República Argentina y que tienen rango constitucional; me refiero, por ejemplo al Pacto de San José de Costa Rica. Para legitimar el aborto habría que anular el artículo 75 de nuestra Carta Magna. Resulta incomprensible la posición al respecto de numerosos legisladores, y peor aún ciertos pronunciamientos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ha avalado fallos inconstitucionales. ¿Tendremos que reconocer que en nuestro país no existe una plena seguridad jurídica? A las gravísimas fallas que se atribuyen actualmente a la administración de la justicia, se sumaría esta nueva iniquidad. El tercer poder del Estado compartiría la corrupción que se ha detectado en los otros dos. No me refiero en este caso, en primer lugar, al vicio del enriquecimiento ilegítimo, sino a la perversión del sentido mismo del Derecho.
Conozco algún caso en el que un embrión ha sido favorecido con una herencia, y ha sido reconocido por la justicia como heredero. El proyecto que se discutirá próximamente despenaliza el aborto hasta la decimocuarta semana del embarazo, cuando el fruto de la concepción mide aproximadamente diez centímetros y tiene un corazón que late. ¿Cómo se lo puede llamar? Es, sin duda un niño por nacer. No hay derecho a privarlo de la vida, a impedirle que nazca.
La dimensión jurídica del asunto está estrechamente ligada a la política, sobre la que trataré después. Existen lamentables antecedentes de los proyectos que ahora circulan. En abril de 2015, el Ministerio de Salud de la Nación “colgó” en su página web un “Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo”, que ha sido referido a la Ley 25.673, la cual excluye los métodos abortivos del suministro de anticonceptivos. Se impuso el mencionado Protocolo sin advertir que violaba la disposición en la cual pretendía basarse, ignorando las jurisdicciones provinciales, ampliando los supuestos previstos en el Código Penal y limitando la objeción de conciencia. Es el colmo de la arbitrariedad; con disposiciones aparentemente legales, y por cierto ilegitimas, se trastorna el orden de la Justicia. ¿Quién podrá confiar en ella, si es manipulada de esta guisa? Es antijurídico, inconstitucional, insensato, postular el aborto como un derecho de la mujer. Resulta escandaloso que la Directora para las Américas de Amnistía Internacional reclame al Estado argentino que reconozca el derecho de las mujeres a abortar; lo acusa de “violencia institucional”. Más que escandaloso es diabólico.
A este capítulo corresponde un reclamo: facilitar los trámites de la adopción mediante una renovación de ese instituto. Hay padres que tienen hijos sin querer tenerlos, y padres que los desean y no pueden tenerlos. Es una cuestión de justicia, y una alternativa al aborto, resolver esta desigualdad.
4. La cuestión del aborto también puede abordarse asumiendo una variada perspectiva sociológica. La reivindicación de la libre interrupción del embarazo, o de su despenalización, que implica lo primero, es una bandera de la burguesía, ámbito en el cual pueden coincidir posiciones liberales o neoliberales y de extrema izquierda. Digo esto con todo respeto por las personas, y comprensión del drama que enfrentan muchas mujeres, especialmente jóvenes. La palabra burguesía ha caído en desuso, ni los marxistas la emplean ya. Mi sugerencia puede corroborarse observando con atención a quienes participan en las marchas que se realizan periódicamente y que se han intensificado en las últimas semanas; es penoso constatar la presencia de muchas jóvenes universitarias, ideologizadas en sus respectivas Facultades. Lo mismo puede decirse de algunos medios de comunicación, copados por los lobbies feministas o del “Colectivo LGBT”. Mi experiencia pastoral en las zonas periféricas me indica que las jóvenes pobres consideran al hijito como una riqueza, cualquiera haya sido la circunstancia en que fue concebido. Nuestro programa de acompañamiento y ayuda integral a la mujer embarazada, en la Arquidiócesis de La Plata, tiene por finalidad la protección de esa nueva vida y su dichoso nacimiento. Todos los años celebramos solemnemente en la Catedral el bautismo de esos niños, salvados de las garras de los nuevos Herodes, el victimario de los Mártires Inocentes, cuyas madres desean hacerlos cristianos. Aclaro, no obstante, que el servicio que presta la Arquidiócesis está abierto a toda mujer embarazada, sea creyente o no, o pertenezca a otra confesión religiosa.
5. La referencia precedente me acerca a la dimensión psicológica del asunto. Podría decir socio-psicológica. Para ello debo aludir antes a la condición femenina. La ideología de género y sus aplicaciones consideran la maternidad como una imposición arbitraria a la mujer si no se le concede el derecho de abortar. Es innegable que los cambios culturales han favorecido una amplia participación femenina en la vida social, económica y política y que el varón ha exhibido y exhibe todavía un predominio abusivo en muchas áreas. La dignificación de la mujer ha sido un fruto del cristianismo, que afirma que la persona humana más insigne que existe es una mujer, la Virgen María. San Juan Pablo II es el autor de un documento clave para comprender la posición de la Iglesia, la encíclica Mulieris dignitatem. Una cierta impostación del feminismo pretende desconocer la diversidad varón-mujer y el valor inestimable de la maternidad. Con ocasión de la marcha del 8 de marzo pasado, un diario importante presentaba como signo de sometimiento que 9 de cada 10 mujeres se ocupen de las tareas domésticas. Sabemos muy bien que más allá de esas cifras, muchos varones cambian al bebé, llevan los chicos al colegio, preparan la comida y lavan los platos sin desmedro de su condición viril; lo que no ocurría décadas atrás. Recuerdo una frase de Eva Perón, en un mensaje suyo a un Congreso de Mujeres realizado en Barcelona; decía: “Nuestro siglo –por el XX– será recordado como el siglo del feminismo victorioso: la victoria del feminismo consiste en la indisolubilidad del matrimonio y la presencia de la mujer en el hogar”. Esa mujer extraordinaria que fue Evita trabajó muchísimo por la promoción de la mujer. Su obra y su mensaje son un fruto del humanismo cristiano.
La maternidad es lo más bello que puede ofrecer al mundo una mujer, y ella sola puede darlo; la contribución viril es de otro orden, e incomparable. En el relato bíblico de la creación la primera mujer recibe este nombre: Eva; en hebrero se dice Jawwá, vocablo que en esa lengua suena parecido al verbo que significa vivir. Se la llamó así porque ella es la madre de todos los vivientes (cf. Génesis 3, 20).
En lo que hace más concretamente a la cuestión psicológica, es bien conocida la situación llamada síndrome post-aborto y la dificultad de superarla. La experiencia pastoral de los sacerdotes registra una dolencia análoga, de orden espiritual: mujeres que vuelven a confesar que han abortado, aunque ese pecado ya les ha sido perdonado en confesiones anteriores, pero cargan con el peso agobiante del sentimiento de culpa, y es preciso consolarlas y animarlas espiritualmente para que gocen de la libertad cristiana y enfrenten la vida con alegría. Los partidarios de liberalizar el aborto, ¿han contemplado alguna vez esta sangrienta operación? Al niño por nacer –porque esto es una personita de 14 semanas- se lo va extrayendo a pedazos, que acaban en un tacho de residuos biológicos. Se pueden ver imágenes escalofriantes de lo que ocurre en algunos países inveteradamente abortistas. No hay siquiera un cementerio para esos niños asesinados.
6. La cuestión política. Esta dimensión del asunto está referida al principio del Bien Común, que es la finalidad de la vida política, y asimismo al cuidado de la población, que es tarea indelegable del Estado. La virtud por excelencia del político es la prudencia, que no consiste en el medroso o interesado equilibrio entre posiciones contrastantes sino en la realización del bien objetivo de la sociedad. En algunos países, de modo persistente, el aborto ha sido promovido como un método de control de la natalidad, junto con los otros procedimiento de anticoncepción artificial que el Beato Pablo VI declaró inmorales en la encíclica Humanae vitae tradendae, de cuya publicación se cumplirá medio siglo el próximo 25 de julio. La promoción del aborto o de los otros procedimientos antinatalistas ha sido considerada estratégica para los Estados Unidos en el célebre Informe Kissinger, y se procuró extender esa política a las zonas de su influencia imperial. Una política suicida, que lleva al envejecimiento de la población. Varios países han reconocido esta consecuencia; China ha abandonado su política del hijo único, sostenida férreamente por la dictadura comunista, y Francia ofrece ahora subsidios a las familias con tres o más hijos. La Argentina posee un inmenso territorio semipoblado, y nunca se sostuvo en el tiempo una seria política de población. Si nos atenemos a la consigna de Juan Bautista Alberdi, “Gobernar es poblar”, se puede decir entonces que ha sido y es un país desgobernado, o mal gobernado. ¿Quién habitará en el futuro nuestro territorio?
La alternativa al aborto es, como se dice, la prevención. Durante décadas esta consistió y consiste aún en la distribución masiva de preservativos y anticonceptivos; por lo visto, ha fracasado. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hace unos años, presentó su programa que circula en internet, llamado significativamente “Chautabú”, con errores científicos que en su momento señalé a las autoridades; pero a los ideólogos les importan poco las verdades científicas. La alternativa auténtica es una educación sexual integral, una educación para el amor, la castidad, el matrimonio y la familia. Sería este el “tabú” al que habría que despedir con un “chau”, según el gobierno porteño. Por lo menos, si la actividad política no puede atribuirse semejante tarea educativa, y bien hecha, podría intentar algo para detener el derrumbe moral que protagoniza y sufre nuestra sociedad en todos los ámbitos en los que se ceba la corrupción. También la deseducación creciente respecto del sentido y valor de la sexualidad humana y el acceso prematuro de los adolescentes a la experiencia sexual, exacerbado por la difusión de la pornografía y los ejemplos negativos del mundo de la farándula. Control de la natalidad es el nombre elegante del onanismo, así llamado por referencia al crimen de Onán, hijo de Judá, que cada vez que se unía a Tamar, viuda de su hermano, sabiendo que según la ley del levirato la descendencia no le pertenecería, derramaba el semen en la tierra (Gén. 38, 9). Sigmund Freud en su “Introducción al Psicoanálisis” lo considera una impudicia y una perversión por impedir la finalidad esencial de la sexualidad, que es la transmisión de la vida.
Se trata de decisiones políticas, en el más noble sentido de la palabra. El Presidente de la Nación ha manifestado su posición personal a favor de la vida, pero lo que aquí cuenta no es su posición personal, sino su posición política. Una muestra insigne de buena política la ha dado el Dr. Tabaré Vázquez, Presidente de la República Oriental del Uruguay, que no es creyente y procede de la extrema izquierda. Pero es un médico, no un empresario.
7. Concluyo apuntando el nivel teológico del problema. El aborto ha sido llamado por el Concilio Vaticano II crimen abominable (Constitución Pastoral Gaudium et spes, 51). Se trata de una posición constante e invariable de la Iglesia, basada en el quinto mandamiento del Decálogo de la Torá bíblica, la enseñanza del Nuevo Testamento y la unánime Tradición eclesial: No matarás. Además, se puede añadir una razón cristológica. Nuestro Señor Jesucristo fue un embrión, plasmado virginalmente de un óvulo de María por la misteriosa acción del Espíritu Santo, sin intervención de varón; fue un feto, un niño por nacer. Según la fe cristiana, el Hijo eterno de Dios tomó una naturaleza humana, para rescatar y elevar desde dentro a la naturaleza humana; posee un cuerpo formado de la Virgen María y un alma humana creada por Dios en el instante de la encarnación. La segunda Persona de la Santísima Trinidad compartió nuestra condición humana también desarrollándose por nueve meses en el nido del seno materno. El que es verdadero Dios desde toda la eternidad, es verdadero hombre desde su concepción en el seno de su Madre Santísima. Muerto y resucitado, el Hombre-Dios reina con el Padre y el Espíritu Santo, en la máxima realización de la condición humana. Es esta la razón teológica que compartimos con nuestros hermanos ortodoxos y con otras confesiones cristianas.
La convicción contraria al aborto es ecuménica; señalo la excelente declaración publicada recientemente por la Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina. Entiendo asimismo que en el judaísmo y en el Islam existen mayoritarias posiciones antiabortistas.
El conjunto de facetas que he expuesto, y que son complementarias, muestra que la postura de la Iglesia no puede ser descalificada como “fundamentalismo religioso”, según afirman algunos con ligereza.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata y académico de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Política


Felipe II: el mundo no es suficiente

Fue el monarca más poderoso de su tiempo. «En mis dominios nunca se pone el sol», llegó a decir en una ocasión

 

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Quizá los mejores veranos de mi vida los he pasado en San Lorenzo de El Escorial, en los cursos de la Complutense. Aprendí, conocí a personas interesantes, entendí qué es la nostalgia de lo no vivido, me divertí y me enamoré. Cada año visitaba el monasterio y recorría los aposentos reales sumergiéndome en un batiscafo de la historia. En 1998, con motivo del cuarto centenario de la muerte de Felipe II, se organizó en el palacio escurialense una exposición sobre el monarca que me cautivó. El Rey Prudente era una figura que me apasionaba desde que lo estudié en la carrera, y el episodio de la Gran Armada me fascinaba. Cuando terminé de ver la magna exposición, supe que algún día escribiría una novela sobre la Empresa de Inglaterra. Desde aquel momento, la aventura de una cofradía de nazarenos enrolada en la Felicísima Armada comenzó a cocerse en mi cabeza.
Lo mejor de «Elizabeth: la edad de oro» es su protagonista, la bella Cate Blanchett que encarna a Isabel I. Lo peor, Felipe II, que aparece como un hombre de andares zambos, malhablado, una especie de Nosferatu rodeado de una corte fanática. En la película sale una de sus dos hijas, Isabel Clara Eugenia, que tenía veintidós años en 1588 pero que es representada como una niña silenciosa de mirada malvada, al estilo de las películas de terror, que juguetea con una muñeca de Isabel Tudor a la que sólo le falta clavar alfileres para hacerle vudú. La vistosa película reproduce con eficacia la leyenda negra y exalta a Isabel Tudor elevándola al rango de superheroína. Los ingleses no tienen complejos al recrear su historia.
La figura de Carlos V será omnipresente en Felipe II y marcará toda su vida. La formación como príncipe de Felipe II estará condicionada por el carisma paterno y el alto nivel de exigencia como estadista, lo que explica la evolución del carácter del Rey Prudente, pues el hombre vitalista y degustador de ciertos placeres en la juventud se convirtió en la madurez en un ser reservado, desconfiado, con un enorme sentimiento de responsabilidad y con un sentido mesiánico de sí mismo al considerar que era un instrumento para realizar los designios de Dios en la gobernación del mundo. Hay algo hamletiano en el abrumador recuerdo de Felipe II hacia Carlos V, en su obsesión por no defraudar la memoria paterna y en procurar superar al progenitor.


Las mujeres

Felipe II conoció bien a las mujeres. Se casó cuatro veces por razones de estado, tuvo ocho hijos y terminó siendo un viudo que añoraba los sencillos placeres de la vida sin permitirse ninguno, pues su ritmo de trabajo diario era agotador y sus escrúpulos morales numerosos. Su primer matrimonio con María Manuela de Portugal terminó en una gelidez sentimental, y el nacimiento del desgraciado príncipe Carlos fue una inagotable cantera de problemas por la enajenación del muchacho, sus arrebatos coléricos y sus disparatadas conspiraciones contra el padre. El infeliz casorio con María Tudor lo convirtió en Rey consorte de Inglaterra, y durante su breve estancia en dicho país intentó aprender algunas de las costumbres de quienes más tarde serían sus archienemigos. El tercer enlace, con Isabel de Valois, será el más feliz, pues fue a la mujer que más amó, la que le hizo vivir con intensidad y la que le dio dos hijas a las que quiso con pasión: Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. Tras enviudar se casó con su sobrina Ana de Austria, que le aportará serenidad emocional y le dará cinco hijos de los cuales sobrevivirá uno, Felipe, que heredará el trono.
Me interesaba escribir sobre un hombre que en su juventud fue un Príncipe apuesto, rubio y de ojos azules al que le gustaba bailar y cazar, pero que en la vejez, tras tantas muertes familiares, aquejado por las enfermedades y con la losa del recuerdo del padre, se convirtió en un Rey que pensaba que el providencialismo solucionaría los problemas de un imperio que condujo a España al cénit de la gloria mundial al ser indiscutible su primacía política, económica (a pesar de las bancarrotas), militar y cultural.
La incorporación de Portugal a la Monarquía Hispánica en 1580 supuso un momento capital del reinado de Felipe II al llegar el imperio a su máxima expansión. El monarca, cuando visitaba Lisboa, se comportaba según las costumbres lusas, y respetó las leyes del país, modernizó su Hacienda y permitió que los avispados mercaderes portugueses comerciasen con América aunque los españoles no tuviesen como contrapartida hacerlo con Brasil. Hay una evolución en los lemas de tres reinados que me gusta sobremanera. El de los Reyes Católicos era Non plus ultra, No más allá. El de Carlos V, Plus ultra, Más allá (América, claro). Y el de Felipe II, tras anexionar Portugal, Non sufficit orbis, El mundo no es suficiente. Genial. Parece el título de una película de James Bond. De aquella etapa de hermandad ibérica viene la españolidad de Ceuta. La ciudad, que en el siglo XV era una plaza portuguesa, al firmarse en 1668 el Tratado de Lisboa que ponía fin a la guerra de emancipación del país vecino, eligió seguir formando parte de España.
El cosmopolitismo lisboeta y la ambición mundial del monarca suponían otro aliciente para novelar los preparativos de la Gran Armada en la capital portuguesa, su partida y las ilusiones que se hacía el Rey acerca de la invasión de Inglaterra.
No existe otro monarca que haya absorbido tanta atención por parte de los hispanistas. Los años lo convirtieron en un funcionario obsesionado con revisar todos los papeles del Imperio y, aunque no rehuía a la gente, prefería estar solo en su despacho del Alcázar de Madrid o de El Escorial supervisando memoriales y cartas. Lento para decidirse, tenía una mente laberíntica, era reacio a delegar y cuando tomaba una decisión se mostraba inflexible para cambiarla. No era un fanático religioso pero sí se transformó en un hombre de acrecentada religiosidad que atesoraba reliquias como quien colecciona un museo de santidad. Eligió Madrid como capital y convirtió El Escorial en el centro político del planeta, llegando hasta el palacio monacal los informes de la mejor red de espías que haya existido hasta la Guerra Fría. Se me hacía irresistible no escribir acerca de estos agentes secretos al servicio de Su Majestad.
Fue un hombre culto, un fomentador de universidades en América y un promotor de la arquitectura que concibió El Escorial a su imagen y semejanza, pues en él se fusionaba la idea de servicio a Dios a través de la política. Y equipó el monasterio con una moderna farmacia y con una excepcional biblioteca. El propio Rey era un fervoroso lector de historia, y lo imaginé consultando legajos y documentos paseando por la biblioteca, mientras la luz de la sierra del Guadarrama penetraba por los ventanales.

Lepanto y Flandes

Lepanto fue una victoria táctica y estratégica porque frenó el poderío otomano durante una larga etapa e hizo del Mediterráneo un mar menos favorable para los piratas. El español era la lengua de la diplomacia y la que aprendían las élites europeas. El Rey promovió como funcionarios a los licenciados en Leyes, eligió a consejeros capaces y modernizó la administración. No tenía carisma pero era trabajador, sosegado y su presencia imponía. San Quintín confirmó la primacía militar sobre Francia y la continuación de las apabullantes victorias de los tercios, cuyas picas y arcabuces no tenían rival en Europa. Pero, ay, estaba Flandes…
Flandes fue la úlcera del imperio, un estúpido conflicto bélico que desangró al ejército y colapsó la hacienda. La obcecación del Rey en sostener la guerra para imponer el catolicismo por las armas en aquellos estados impidió invertir las ganancias americanas en asuntos de más provecho. Y contribuyó a elaborar el plan para la invasión de Inglaterra.
La aventura de la Felicísima Armada no fue descabellada. Se preparó en Lisboa una escuadra poderosa y los tercios de Flandes comandados por Alejandro Farnesio eran una infantería invencible. Pero el mesianismo del Rey pasó por alto solventar un asunto primordial: de qué manera iban a embarcar los tercios en aguas poco profundas. Si los tercios hubiesen desembarcado en Inglaterra la habrían conquistado en una campaña relámpago. Hoy sería la primera blitzkrieg y una operación anfibia precedente del desembarco de Normandía, y los historiadores considerarían a Felipe II como un genio militar.
Los ingleses, excelentes publicistas de sí mismos, en el invierno de 1588, denominaron a la flota hispana la Armada Invencible no como escarnio, sino para enfatizar su victoria.
Mi pasión por la historia y mi ligazón vital con El Escorial hicieron que escribiera una novela en la que uno de los protagonistas es el Rey de un Imperio en el que no se ponía el sol, el monarca que les encarga a unos cofrades idealistas que colaboren en el plan de la Gran Armada enviándolos a Irlanda. Y cumplieron.